Miguel Ángel García, con más de 33 años de trayectoria en los mercados financieros y ex director general de March AM, director de inversiones en Banca March y Deutsche Bank, en su actual puesto como director de inversiones de Diaphanum Valores, diseña carteras de inversión que contienen compañías de crecimiento como las grandes tecnológicas, mercados emergentes como la India, activos alternativos, entre los que se incluyen los bonos catástrofe emitidos por aseguradoras, y en la actualidad bonos gubernamentales y corporativos.
¿Cómo interpretan las caídas del pasado lunes en las Bolsas?
El mercado sabe que el mes de agosto es más ilíquido, ya que hay menos operadores trabajando y los movimientos suelen precipitarse. El lunes hubo una clara venta de las Bolsas, especialmente intensa en Japón, tras publicarse un dato de empleo en EE. UU. más débil de lo esperado, aunque nosotros no lo consideramos algo muy relevante. Allí se exageró tras la subida de tipos decidida por el Banco de Japón. También se produjo un fuerte movimiento de apreciación del oro. En definitiva, la causa fundamental fue que el mercado descontó que la economía estadounidense no va a hacer un aterrizaje suave, sino que puede entrar en recesión.
¿Y usted qué cree?
En nuestra opinión, en Estados Unidos sigue habiendo un crecimiento más que razonable y la economía global tampoco está tan afectada como para que se produzca un cambio serio de tendencia. No creemos que vayamos a entrar en recesión, pero sí que está disminuyendo la actividad y podríamos encontrarnos con un aterrizaje menos suave de la economía.
¿Estas caídas en Bolsa podrían tener consecuencias en las decisiones de la Fed?
Estos comportamientos del mercado, que han empobrecido al accionista, probablemente obligarán a la Fed a aplicar cambios y es posible que en septiembre la bajada sea de 50 puntos básicos en lugar de 25. Si no se produce un deterioro de los beneficios, que no es nuestro escenario central, y en consecuencia de las valoraciones (que seguimos pensando que, excepto en el caso de las grandes tecnológicas, no son caras en general), nuestra idea es no cambiar de posiciones. Para aquellos clientes que tengan carteras en construcción, lo vemos más como una oportunidad que como un cambio de tendencia.
¿Qué esperan de los resultados empresariales?
En general, en Estados Unidos están siendo mejores de lo esperado y en Europa también. Por lo tanto, en el escenario que planteamos de aterrizaje suave, es muy probable que las empresas puedan cumplir las previsiones. Si a esto le sumamos el inicio del proceso de bajada de tipos de interés y las valoraciones, que no son excesivamente exigentes, no hay motivos para preocuparse en renta variable. Y cuando digo poco exigentes, me refiero a que si se eliminan los siete magníficos, las valoraciones tanto en Europa como en Estados Unidos están por debajo de la media histórica.
Entonces, ¿no hay que tener a los siete magníficos en cartera porque están sobrevalorados?
Hay que tenerlos, aunque quizás no a todos. Hay que estar en tecnológicas porque es donde realmente hay crecimiento. Están funcionando con multiplicadores muy exigentes, pero como tienen unas posibilidades de crecimiento tan sólidas, tiene sentido tener un porcentaje bastante alto de tu cartera en tecnología. A largo plazo, creemos en la inversión en crecimiento a un precio razonable, así que no nos importa tener empresas a precios altos si tienen un muy buen crecimiento.
¿Ven interesante algún otro sector?
Ahora mismo se está produciendo un proceso de cambio hacia empresas más pequeñas y también hacia compañías más cíclicas, debido a que el mercado está casi seguro de que se van a producir bajadas de tipos de interés.
¿Cómo estructuran sus carteras de renta variable?
La mayor ponderación la tenemos en Estados Unidos y, además, de una manera muy poco complicada, que es replicando el índice S&P, así que tenemos tecnología, salud o inmobiliario. Pero otro bloque importante es Europa. Ahí no están las empresas de mayor crecimiento a nivel mundial, pero la Bolsa europea tiene grandes multinacionales que participan del crecimiento mundial. Y, por último, en esa búsqueda de crecimiento, tenemos emergentes, con una posición específica en la India. Es una de las Bolsas más caras del mundo, pero hay unas expectativas de mejora de resultados muy altas.
También tienen activos alternativos. ¿Qué tal están funcionando?
Este año nos está dando muy buen resultado el oro. Lleva una revalorización muy importante, apoyada además por el hecho de que, al cotizar en dólares, te da un porcentaje adicional. Y luego tenemos una serie de activos que intentan descorrelacionarse completamente del resto de la cartera, por ejemplo, los bonos catástrofe. Son poco conocidos, pero los tenemos en las carteras desde hace cuatro años. Si se produce, por ejemplo, un huracán en el golfo de México, es cuando sufren, y si no, están dando una rentabilidad muy buena. Además, el mercado no les afecta en absoluto: ni los tipos de interés, ni los resultados empresariales, etc.
En cualquier caso, ustedes están actualmente sobreponderados en renta fija.
Sí, tanto en Gobiernos como en corporativos. Los bonos del Gobierno los tenemos con cierta duración, es decir, con sensibilidad a los movimientos de los tipos de interés. En concreto, estamos en bonos periféricos en un fondo de alta duración, de siete años, aunque si los bonos del Gobierno siguen bajando en rentabilidad, es muy probable que los cambiemos por fondos de baja duración, también periféricos, porque esa parte va a ser la que, probablemente, baje más en el medio plazo, con la reducción de los tipos de interés de los bancos centrales. Es decir, tenemos Gobiernos después de muchísimos años en los que no veíamos ningún valor, pero lo cierto es que esperamos bastante más de los bonos corporativos.
¿Cómo se posicionan en corporativos?
Tenemos un bloque muy sólido de fondos conservadores de baja duración que tienen poca volatilidad pero que, en conjunto, con las grandes rentabilidades que ha habido durante estos últimos meses, suelen tener un retorno a vencimiento de un 4,5 % o un 5 %. Y, luego, tenemos en menor medida bonos flexibles y corporativos de grado de inversión y alto rendimiento. Esto lo tenemos no tanto porque apostemos por una mejora de la calidad crediticia, sino porque tienen un atractivo muy alto desde el punto de vista de su rentabilidad histórica.
¿Y cómo está funcionando esta estrategia en renta fija?
La renta fija ha sido muy complicada de gestionar en el primer semestre, cuando había quien preveía hasta seis bajadas de tipos, aunque no nosotros. Se supone que este es un activo que suele ser tranquilo, pero ha habido movimientos muy bruscos. Ahora se ha normalizado un poco y si la inflación tiende a bajar, y también los tipos, esperamos un buen comportamiento.