El arte de envejecer con el cine: una inyección de ozono para el alma

En <A este lado del paraíso<, Scott Fitzgerald escribió: <Me conozco a mí mismo, pero eso es todo<. Mallarmé añadió: <La carne es triste. Lástima. Y he leído todos los libros<. En mi juventud, presumía de haber leído innumerables libros, escuchado música sublime y conocido gran parte de la historia del cine. Pero ahora, en la vejez, recurro con esfuerzo a las plataformas de internet para encontrar el cine que amo.

El panorama cinematográfico actual ofrece una mezcla de películas sobresalientes y producciones decepcionantes. En el panel de Filmin, una obra maestra se esconde entre un torrente de cine mediocre. Es una pena preguntarse quién ha creado y financiado estos contenidos de baja calidad, que desvirtúan el verdadero séptimo arte.

Sin embargo, también hay descubrimientos gratos. En Movistar, dos películas han capturado mi atención: <Testament< y <La tierra prometida<.

<Testament<

<Testament< es una película hermosa, triste y alegre a la vez. Narra la historia de un anciano que, en medio de la cultura de la cancelación, no tiene nada que ofrecer. La cinta aborda de forma irónica las imposiciones del mercado ideológico.

<La tierra prometida<

<La tierra prometida< es un wéstern ambientado en la Dinamarca del siglo XIX. Es una película con un final desolador y lógico. Para mí, ver estas dos películas no maestras pero llenas de elementos cinematográficos que tanto amo, es una inyección de vitalidad.

En la vejez, el cine sigue siendo un oasis que alimenta el alma y proporciona una conexión con el mundo exterior.