Los Premios Gaudí se ríen de sí mismos
Los Premios Gaudí de este año han introducido algunos cambios para hacer la gala más amena y menos formal. El director de la ceremonia, Daniel Anglès, ha preparado unos cuantos trucos que han tenido un éxito desigual, pero que han logrado quitarle a la gala el falso empaque de otros años.
Gala más ágil y menos solemne
Uno de los cambios más notables ha sido la sustitución de la tradicional pareja de presentadores por Pep Ambrós, que ha tomado el control de la gala con una camiseta del Sindicat de Llogateres. Ambrós ha considerado la gala como una gran farsa y ha obligado a los asistentes a hacer de "carquinyolis" (payasos).
Los premios se han seguido entregando, pero con una brevedad admirable. Los agradecimientos de los premiados han sido más largos y multicolores, y si pasaban del minuto y medio, un bombero los amenazaba, aunque sin mucha convicción.
Ambrós ha abandonado la sala al cabo de un rato para buscar a otros profesionales del cine, eternamente ignorados en el palmarés, desde el responsable de catering hasta el chispas. Estos profesionales han subido al escenario mientras cantaban los Figa Flawas, aunque con algunos problemas de sonido.
A Ambrós le ha sustituido hasta el final Marta Torné, más clásica. Judit Martín ha hecho varios personajes en breves apariciones, desde la Tati Tuset, que ha deambulado dos horas antes por la alfombra roja desde Instagram, hasta una espectadora cabreada.
Prolegómenos desacertados
En cambio, los prolegómenos de la gala de los Gaudí han sido desacertados. El anuncio promocional pretendía ser una lírica metáfora sobre el cine, pero el espectador era conducido a la imagen final paseando por salones donde parpadeaban las lámparas, como si fueran el rastro de un monstruo ausente.
También ha sobrado la alfombra roja, pues no hay conciencia de sus orígenes mitológicos. La primera que se desplegó, según Esquilo, fue la que Clitemnestra puso a los pies del caballo de su marido, Agamenón, héroe de Troya y adúltero. Clitemnestra aguardó a que concluyera el paseo para asesinarlo.
A pesar de estos antecedentes, el cine empezó a usarla en los grandes estrenos de los años veinte y los Oscar, en los sesenta. Aunque abunda en festivales y galas, la alfombra roja no siempre ha sido roja. Algunas veces, por ejemplo en los Goya, se ha asociado al color corporativo de la principal empresa patrocinadora.
TV3 ha dedicado una hora a la alfombra roja. Ha habido llegadas en coche (por suerte no han empleado limusinas) y saludos preparados, así como entrevistas sin interés. Se ha hablado muy poco de vestimentas, lo cual ha estado bien.
La cobertura ha estado repartida sin errores por Llucià Ferrer, Núria Martínez, María Xinxó y Pau Torres. La locución de la gala ha corrido a cargo de Ismael Martín y Carolina Rosich, que han dado información muy pertinente sin molestar ni entorpecer la gala.