Pedro Páramo: La novela adaptada a la pantalla que triunfa en Netflix

La reciente adaptación cinematográfica de la novela clásica de Juan Rulfo, "Pedro Páramo", ha cautivado al público de Netflix, convirtiéndose en una de las películas más vistas en la plataforma.

El origen de "Pedro Páramo"

Juan Rulfo comenzó a escribir "Pedro Páramo" a finales de la década de 1940, pero tuvo dificultades para completarla. Recibió una beca del Centro Mexicano de Escritores que le permitió finalizar la obra, publicada en 1955.

Inicialmente, la novela enfrentó críticas, pero con el tiempo ganó reconocimiento como una obra maestra de la literatura mexicana.

La adaptación cinematográfica

La adaptación cinematográfica de Netflix, dirigida por Rodrigo Prieto y protagonizada por Tenoch Huerta como Pedro Páramo, ha introducido la historia a una nueva generación de espectadores.

La película sigue a Juan Preciado, quien viaja al pueblo Comala para buscar a su padre, Pedro Páramo. A medida que Juan se adentra en el sombrío y fantasmal mundo de Comala, descubre gradualmente la compleja y trágica historia de su padre.

La historia de Pedro Páramo

Pedro Páramo fue un cacique despiadado que gobernó Comala con mano de hierro. Era un hombre de gran riqueza y poder, pero también estaba atormentado por la pérdida de su amor, Susana San Juan.

La película explora la relación de Pedro Páramo con su hijo, Juan Preciado, así como con otras figuras de Comala, como el padre Rentería y Eduviges Dyada.

El éxito de la película

La adaptación cinematográfica de "Pedro Páramo" ha sido elogiada por su impresionante cinematografía, sus actuaciones convincentes y su fidelidad a la novela original.

El éxito de la película demuestra el continuo poder de la historia de Rulfo y la capacidad del cine para transportar a las audiencias a mundos nuevos e inolvidables.

Citas de la fuente de noticias

Pese a que es un clásico de la obra mexicana, todavía hay quienes no la conocen y justamente Netflix decidió regresar a ésta pieza con una presentación diferente.—Karla Vázquez, Milenio