El auge del ‘true crime’ y el debate sobre la ética en la narrativa del crimen
En la era digital, el género ‘true crime’ está experimentando un auge sin precedentes. Plataformas de streaming como Netflix están repletas de documentales que exploran crímenes reales, mientras que los podcasts dedicados a este tema proliferan, llegando incluso a ser objeto de parodia, como se observa en la serie «Solo asesinatos en el edificio». Este fenómeno ha generado un intenso debate sobre los límites éticos de la narrativa del crimen y la responsabilidad de los creadores de contenido.
La popularidad del ‘true crime’: ¿morbo o interés legítimo?
La fascinación por los crímenes reales no es nueva, pero su popularización masiva a través de los medios digitales ha intensificado el escrutinio público. Según un artículo de El País (Del Molino, 2025), la industria del ‘true crime’ abarca desde la reconstrucción de casos hasta la exploración de teorías conspirativas, pasando por el simple entretenimiento con relatos sangrientos. La pregunta que surge es si este interés responde a un morbo malsano o a una genuina búsqueda de comprensión de la naturaleza humana y los factores que conducen al crimen.

El caso Luisgé Martín y la controversia ética
Recientemente, el escritor español Luisgé Martín se ha visto envuelto en una polémica debido a su libro «El odio», basado en el caso del asesino José Bretón. La distribución del libro ha sido paralizada a petición de la madre de las víctimas, mientras que Martín ha sido objeto de críticas por supuestamente explotar el morbo. Como señala Sergio del Molino (2025), la controversia surge en un contexto donde la sociedad consume vorazmente contenido de ‘true crime’, lo que plantea interrogantes sobre la selectividad moral y la hipocresía en la crítica.

La defensa de la libertad creativa y la responsabilidad del autor
Del Molino defiende la libertad creativa de Martín y argumenta que el autor simplemente está «indagando en el mal», siguiendo una tradición literaria que ha explorado los aspectos más oscuros de la condición humana. Sin embargo, reconoce el derecho de Ruth Ortiz, la madre de las víctimas, a ejercer las acciones legales que considere pertinentes. La cuestión central es si un autor tiene la responsabilidad de considerar el impacto emocional de su obra en las víctimas y sus familiares, o si su única obligación es con la verdad y la integridad artística.
El papel de los medios y la banalización del sufrimiento
El auge del ‘true crime’ también plantea interrogantes sobre el papel de los medios de comunicación en la banalización del sufrimiento humano. La constante exposición a relatos de crímenes puede generar una sensación de insensibilidad y disminuir la empatía hacia las víctimas. Es fundamental que los creadores de contenido aborden estos temas con responsabilidad y eviten caer en el sensacionalismo y la explotación del dolor ajeno.
Conclusiones: navegando las aguas turbulentas del ‘true crime’
La industria del ‘true crime’ se encuentra en una encrucijada. Para evitar caer en la mera explotación del morbo y la banalización del sufrimiento, es necesario promover un debate abierto y honesto sobre los límites éticos de la narrativa del crimen. Los creadores de contenido deben ser conscientes de su responsabilidad y abordar estos temas con sensibilidad y respeto hacia las víctimas y sus familiares. Al mismo tiempo, es importante defender la libertad creativa y reconocer el valor del arte como herramienta para explorar los aspectos más complejos y perturbadores de la condición humana.
Según El País (Del Molino, 2025), la clave reside en encontrar un equilibrio entre la libertad de expresión y la responsabilidad social, garantizando que la narrativa del crimen no contribuya a revictimizar a las personas afectadas y que promueva una reflexión profunda sobre la naturaleza del mal y la importancia de la justicia.