Ahora la pregunta es ¿qué hacer con la seguridad? Y es mucho hacer una pregunta donde fácilmente se la puedan robar. Este fenómeno de delincuencia común, lastimosamente, va en aumento. Se calcula que al respecto de 2023 aumentó un 8%. Ya que interesan los números, no es necesario mirar estadísticas: es que todos en Bogotá nos vemos afectados. Si no es al primo del amigo del tío, es a nosotros.

Seguramente la Fiscalía nos puede meter a todos esos hampones a la cárcel. No, no pasa. La Fiscalía de Barbosa se dedica a poner placas y pierde 6 de cada 10 casos. ¿A quién buscamos para la seguridad de Bogotá? Es fácil: la seguridad de Bogotá está en manos de todos. Y con todos me refiero a que ahora el problema no es que tal vez nos roben el celular o nos quiten las ganas de salir a algún lado, el problema es que en cinto se cargan su pistola, revolver sea malechor o persona de bien.

Ahora el problema es que Bogotá es una gran película de acción. Cuando no es un tipo heroico peleando con una banda de atracadores en el transporte público, es un artefacto que explota en un parqueadero o si no son los tiroteos de policías a ladrones de sur a norte y de norte a sur.

Sí, usted, mi alcalde, salve usted esta ciudad. No sea que cualquier día almorzando se arme una balacera y ni la carne me alcance a comer. Lo que me hace pensar: ¿O aprobaron el porte de armas o soy el único que no tiene cómo defenderse?

¿Qué pasó con los consejos de seguridad para prevenir el delito? ¿Qué pasó con esas propuestas innovadoras en temas de seguridad? No veo los cientos de policías vigilando mi cuadra ni mucho menos escucho los drones dando vueltas por ahí. Lo único que veo son noticias de justicieros sin nombre que les dan su mal llamada “paloterapia” y cuando el profesional tiene más rango le dan su “plomoterapia”. Existen tantas terapias de personas mamadas de la delincuencia que se tomaron la seguridad por su cuenta.

Menos mal solo van dos meses. Faltan solo 3 años y 10 meses para caminar con confianza con la seguridad de un dron vigilante a mis espaldas o, bueno, mal que bien, personas que me rodeen estén armadas hasta los dientes para elegir la terapia acertada para el paciente que se haga a un celular, un espejo o simplemente quiera un ajuste de cuentas cualquiera.

Posdata: Lo único que quiero es que mi alcalde aparezca con seguridad, ya sea para hablar o para ponerla en práctica.