Salí del trabajo y vi una de las escenas más tristes. Una niña, le pongo unos 3 años como mucho. Mojada, tiritando de frío y orinándose mientras los papás estaban ahí, como si estuvieran acostumbrados a la situación. No les importaba. Tal vez estaban esperando para colarse en la estación de Transmilenio, no lo sé. Lo que sí supe apenas vi esa escena, es que ellos no deberían ser papás.
En Colombia las cifras de maltrato infantil son alarmantes, según Medicina Legal, hasta junio del 2023, había 11.441 casos de niños víctimas de violencia. ¿Qué nos está pasando como sociedad? ¿En qué momento la discusión se fue alrededor del porqué las mujeres no deberían abortar y no se centró en esto, en los niños que ya nacieron y están sufriendo lo más hostil de la vida?
No sé si quiero tener hijos, pero apoyo a las mujeres que deciden abortar y a los hombres que las acompañan. Para mí son valientes y también realistas. Si no estás en posición de darle una vida digna a un niño, no lo traigas a este mundo. Claro, siempre que tengas la posibilidad de elegir. Pues en un país como Colombia, la violencia sexual, económica y emocional, obliga a niñas, adolescentes y mujeres, a convertirse en madres. Aunque no lo quieran. Aunque no hayan terminado de crecer.
Detesto llegar a una casa y ver a un niño sucio, oliendo a feo, mal vestido. No tengo ni idea de lo duro que debe ser convertirse en mamá, aprender a criar a otro ser humano y no fallar en el intento. Seguir siendo mujer y mamá al tiempo. Debe ser muy difícil. En serio las admiro. Y aunque esté juzgando desde una posición diferente, a los niños hay que cuidarlos, tratarlos con amor, no dejarlos por ahí como si estuvieran solos en el mundo.
Nunca me había preguntado en dónde hacían sus necesidades las personas que viven en la calle. Mucho menos lo había pensado de los niños que los acompañan cuando se sientan a pedir plata o se suben al Transmilenio a contar la misma historia una y otra vez. Eso también dice mucho de mí. Pero volviendo al tema, ver esa escena de la niña orinándose, me hizo reflexionar y querer hablar del tema. Fue como un choque con la realidad que está ahí a diario, aunque la ignoremos.
No tengo mucho más para decir. Nada distinto a lo que dije en el inicio: Salí del trabajo y vi una de las escenas más tristes. Seguí mi camino como si nada hubiera pasado, mientras a esa niña le pasaba todo. Pensé en gritar a sus papás, pero seguro se desquitarían con ella. También en llamar a la policía, pero la policía estaba ahí, ignorándola también. Seguí mi vida. Llegué a mi casa, me lavé las manos y le conté a mi mamá lo que había visto.