El silencio digital en Argentina: los peligros de ocultar un ciberataque
Argentina ha sido testigo de una oleada de ciberataques en el último mes que exponen la vulnerabilidad de nuestros sistemas digitales y la negligencia con la que manejamos la información más sensible de nuestra población.
Casos recientes
El Hospital Churruca fue víctima de un ataque de ransomware, mientras que los laboratorios Rossi Hidalgo y Stamboulian y la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) también reportaron vulneraciones en sus sistemas. Estos incidentes ponen de manifiesto la exposición de datos médicos, genéticos y estratégicos.
El muro de silencio
Lo más preocupante es el muro de silencio que se ha levantado alrededor de estos ataques. Las instituciones se escudan en políticas internas obsoletas para mantener el hermetismo, lo que traiciona la confianza pública y nos hace cómplices de futuros ataques.
Marco legal obsoleto
El marco legal argentino no está a la altura de las circunstancias. La Ley de Protección de Datos Personales, vigente desde el año 2000, se ha quedado obsoleta frente a la evolución tecnológica y no obliga a las instituciones a reportar incidentes.
Falta de acción del Congreso
El Congreso Nacional tiene una deuda pendiente en esta materia. Mientras otras naciones avanzan con regulaciones modernas, Argentina permanece estancada, dejando a millones de ciudadanos expuestos.
Consecuencias de la falta de protección
La protección de datos no es un concepto abstracto, es nuestra vida digital. Las historias clínicas, los análisis médicos y los secretos profesionales pueden transformarse en herramientas de abuso y vulneración de derechos.
Llamado de atención
El periodista Daniel Monastersky, especialista en delitos informáticos, ciberseguridad y protección de datos personales, advierte que el tiempo se nos acaba. Es hora de despertar y tomar medidas para afrontar la creciente amenaza de los ciberataques.
Durante los últimos veinte años he dedicado gran parte de mi vida a proteger los datos personales de los argentinos. La evidencia es contundente: el tiempo se nos acaba.