¿Por qué no te gustan los abrazos? La psicología lo explica
Los abrazos son un gesto común y cálido para expresar afecto. Sin embargo, algunas personas sienten incomodidad o rechazo ante esta muestra de cercanía. Este fenómeno no es un simple capricho, sino que tiene explicaciones psicológicas interesantes que han sido estudiadas en los últimos años.
Valoración del espacio personal
Muchas personas valoran profundamente su espacio personal y pueden sentirse invadidas cuando las abrazan. Estudios como el de la Universidad de Londres (2021) sobre la percepción del espacio personal indican que el contacto físico no deseado puede activar una respuesta de incomodidad similar a la experimentada en situaciones de amenaza.
Experiencias negativas en la infancia
El rechazo a los abrazos también puede estar relacionado con experiencias negativas vividas en la infancia. Por ejemplo, un estudio publicado en el Journal of Behavioral Psychology en 2020 halló que las personas con un historial de crianza autoritaria o episodios de abuso físico suelen asociar el contacto físico con sensaciones de vulnerabilidad o incomodidad.
Rasgos de personalidad
La psicología de los rasgos también ofrece una explicación. Las personas introvertidas o con tendencia al neuroticismo tienden a evitar el contacto físico como una forma de protegerse emocionalmente. Por el contrario, los extrovertidos suelen encontrar en los abrazos una fuente de energía y conexión social, según un estudio de la Universidad de Columbia Británica (2019).
Trastornos psicológicos
Algunos trastornos, como la ansiedad social o el trastorno del espectro autista (TEA), también pueden influir en la aversión al contacto físico. En personas con TEA, por ejemplo, los abrazos pueden generar sobrecarga sensorial, según un artículo de la revista Psychology Today (2022).
Es completamente normal
La psicología contemporánea destaca que las preferencias personales son válidas y no necesariamente reflejan un problema. Según el psicólogo Dr. Michael Banissy, autor del libro "Touch Matters", no disfrutar de los abrazos es una preferencia personal con fundamentos psicológicos.
Lejos de ser un defecto, esta preferencia refleja la diversidad de cómo los seres humanos experimentan y procesan el contacto físico. Reconocer y respetar estas diferencias es un paso importante hacia una sociedad más empática y comprensiva.