Bailar podría ser la solución para aliviar la depresión en pacientes con párkinson
Investigaciones recientes sugieren que la danza podría ser una herramienta eficaz para mejorar la depresión en personas con enfermedad de párkinson. Este innovador tratamiento es accesible, económico, no requiere medicamentos y además, es divertido.
Joseph DeSouza, profesor asociado de la Facultad de Salud de la Universidad de York y uno de los autores del estudio, afirma: “No sé qué tiene la danza, pero tiene un efecto mágico en las personas con párkinson. Las hace sentirse vivas y felices. Ha resultado ser un remedio extraordinario”. Este enfoque se suma a un creciente conjunto de pruebas que indican que la danza puede tener beneficios significativos para la salud mental y emocional de los pacientes.
DeSouza lleva investigando los efectos de la danza en pacientes de párkinson desde 2013, y su trabajo se ha centrado principalmente en cómo influye en las habilidades motoras y en cuestiones relacionadas con la calidad de vida, como el sueño, la ansiedad y el estado de ánimo. Sin embargo, el estudio reciente se centró específicamente en la depresión, utilizando escalas estándar para medirla, así como técnicas de neuroimagen para observar cómo la danza afecta al cerebro.
Resultados prometedores
Los resultados mostraron una mejora tanto en el estado de ánimo como en la actividad del giro cingulado subcalloso (SCG), una región cerebral relacionada con la regulación emocional. Este hallazgo es relevante porque la depresión es común en los pacientes con párkinson, afectando a alrededor del 40% de ellos. La enfermedad se caracteriza por la muerte de neuronas en la región de la sustancia negra del cerebro, lo que interfiere con la producción de dopamina y afecta al movimiento, el habla y la cognición.
A pesar de los avances en el tratamiento de los síntomas motores, los aspectos emocionales como la depresión y la ansiedad suelen pasarse por alto, aunque son tan debilitantes como los temblores y la rigidez muscular.
El estudio, aunque pequeño, contó con 23 pacientes con párkinson que participaron en el programa "Sharing Dance Parkinson's" de la Escuela Nacional de Ballet de Canadá. Estos pacientes, con menos de cinco años de diagnóstico, nunca habían bailado antes. Los investigadores observaron que tras asistir a clases de danza de 75 minutos durante ocho meses, los niveles de depresión de los participantes disminuyeron significativamente. Esta mejora fue acumulativa, lo que indica que el impacto positivo se prolongó en el tiempo.
Las imágenes cerebrales realizadas a algunos participantes mostraron una reducción de la actividad en el SCG, lo que sugiere que la actividad de esta área cerebral disminuyó, un cambio que suele asociarse al tratamiento antidepresivo. Helen Mayberg, neuróloga conductual que no participó en el estudio, comentó que la danza parece tener efectos similares a los medicamentos antidepresivos, al reducir la actividad de esta región cerebral vinculada a la depresión. Este descubrimiento podría abrir nuevas vías en el tratamiento de la depresión en pacientes con párkinson.
Beneficios más allá del estado de ánimo
El estudio también destaca cómo la danza puede contribuir a mejorar la calidad de vida general de las personas con párkinson, no solo en términos de su estado de ánimo, sino también en su capacidad para moverse y participar en actividades cotidianas. Para los investigadores, la danza es una forma de ejercicio que no solo beneficia al cuerpo, sino también a la mente, creando un espacio para la interacción social y la expresión personal.
El estudio de DeSouza, aunque limitado por su tamaño, subraya el potencial de la danza como una intervención no invasiva, de bajo coste y accesible para quienes luchan contra la depresión y otros síntomas del párkinson. DeSouza espera ampliar su investigación para comprender mejor cómo la música y el movimiento en la danza pueden activar los centros de recompensa del cerebro y mejorar las redes sensoriales y motoras.
“Cuando bailan, reciben señales de recompensa de sus profesores y compañeros”, afirma.
La danza, además de ser una forma divertida de hacer ejercicio, tiene el poder de mejorar el equilibrio, la postura y la movilidad, aspectos cruciales para las personas con párkinson. J. William Langston, profesor clínico de neurología y neurociencia que no participó en el estudio, señala que “lo más difícil en el tratamiento del párkinson es conseguir que los pacientes que no hacen ejercicio empiecen a hacerlo”, y sugiere que actividades como el baile son una excelente opción para mejorar la postura y el equilibrio.
Esperanzas de futuro
En el futuro, los investigadores esperan que la danza sea reconocida como una herramienta valiosa en el tratamiento del párkinson, especialmente porque es una opción accesible y flexible que puede implementarse en el hogar. DeSouza, que sigue participando en las clases de baile con sus pacientes, concluye: “Mi sueño es que todas las personas con párkinson del mundo empiecen a bailar. Si lo hicieran, todos se sentirían mejor”.
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