El barrio de Pedregalejo, donde nació y creció el carpintero de ribera Alfonso Sánchez-Guitard, está lleno de recuerdos y anécdotas que reflejan su pasado marinero, pero también de cambios que se están produciendo en la actualidad debido al turismo. Sus calles de tierra, sus jábegas en el mar y sus humildes merenderos donde se servían las capturas del día han dado paso a una nueva imagen de fachadas renovadas y propuestas gastronómicas más internacionales.

El Astillero Nereo, un lugar emblemático

Uno de los lugares más emblemáticos de Pedregalejo es el Astillero Nereo, donde Sánchez-Guitard trabaja actualmente. Este recinto, declarado patrimonio industrial, es hoy uno de los estandartes de una barriada de marcada identidad marinera, donde el aire huele a salitre y los viejos botes descansan en la arena. Sánchez-Guitard, que lleva años luchando para que la zona sea reconocida como Lugar de Interés Etnológico, asegura que la realidad del vecindario se descubre a las cinco de la mañana cada 16 de julio, durante el rosario de la aurora por la Virgen del Carmen, patrona de los pescadores.

El turismo, un arma de doble filo

El turismo, un arma de doble filo, ha transformado la fachada litoral de Pedregalejo en tiempo récord y modificado sus modos de vida. Mientras que algunos vecinos lamentan la pérdida de la esencia del barrio, otros reconocen que el turismo ha traído consigo nuevas oportunidades. Fran Montero, que abrió La Galerna en 2003, asegura que el barrio todavía mantiene su esencia gracias a estampas como las barcas en el varadero, pero también a cuestiones urbanísticas como la estrechez del paseo marítimo y el murete que lo separa de la arena.

La gentrificación, una amenaza para el barrio

Sin embargo, la gentrificación es una amenaza real para Pedregalejo. Los precios de la vivienda han subido considerablemente en los últimos años, obligando a muchos vecinos a abandonar el barrio. La proliferación de pisos turísticos también está contribuyendo a la pérdida de identidad del barrio. Antonio Luque, el Sr. Chinarro, es uno de los pocos vecinos que se resiste a abandonar Pedregalejo. Asiduo a una de las escasas terrazas a precios razonables, Luque asegura que todavía hay pistas que siguen haciendo de Pedregalejo un rincón marinero.

La lucha por preservar la identidad

Hay varios proyectos en marcha para preservar la identidad de Pedregalejo. El Club de Remo y Pala de Pedregalejo, fundado en 1998, trabaja para mantener vivas las tradiciones marineras del barrio. Sus jábegas, como la Boria, son parte de ese intento por no olvidar las raíces. Cada tarde, un grupo de mujeres y hombres, conocidos como tiburones o tiburonas, las impulsan sobre la arena con ayuda de parales engrasados para arrastrar hasta el mar los 800 kilos de peso de estas embarcaciones.

Además, hay planes para crear un museo de la pesca en el barrio. Este museo contaría con una colección de artes de pesca tradicionales, fotografías y documentos que relatarían la historia de la pesca en Pedregalejo. El objetivo es preservar el patrimonio cultural del barrio y transmitirlo a las nuevas generaciones.

El futuro de Pedregalejo

El futuro de Pedregalejo es incierto. La gentrificación y el turismo seguirán siendo una amenaza para la identidad del barrio, pero también hay fuerzas que trabajan para preservar su esencia marinera. El resultado de esta lucha determinará el futuro de uno de los barrios más emblemáticos de Málaga.