El único castillo medieval de Madrid: Del palacio a la fortaleza republicana
En el corazón de Madrid, entre el bullicio de la ciudad moderna, se esconde un tesoro histórico: el Castillo de la Alameda. Este imponente edificio es el único castillo medieval que se conserva en la capital española, y sus muros han sido testigos de siglos de historia, desde luchas de señores feudales hasta guerras civiles.
Orígenes y esplendor
El castillo fue construido en el siglo XV por los Mendoza, una poderosa familia noble que dominaba la región. Se erigió en lo alto de un cerro, con vistas estratégicas sobre los alrededores, y contaba con todos los elementos defensivos propios de la época: foso, escarpa, contraescarpa, puente y torre del homenaje.
En el siglo XVI, el castillo perdió su función defensiva y se convirtió en un palacete de recreo para la nobleza. Se amplió con una nueva planta y se abrieron grandes ventanales, lo que demuestra el cambio en el uso del edificio.
Abandono y recuperación
Sin embargo, el castillo cayó en el abandono en el siglo XVII, tras un incendio que la familia propietaria, los Zapata, no pudo reparar. Sus piedras fueron utilizadas para construir casas en la aldea cercana, y el castillo quedó en ruinas.
En el siglo XX, la Comunidad de Madrid inició un proyecto de restauración y excavación arqueológica que culminó con la apertura del castillo al público en 2010. Las excavaciones revelaron cerámicas renacentistas, tijeras, vidrios e incluso un azulejo con el emblema de los Zapata, lo que demuestra la importancia histórica del lugar.
Legado y simbolismo
El Castillo de la Alameda es un monumento único que nos permite viajar a través de la historia de Madrid. Ha sido testigo de la evolución de la ciudad, desde sus orígenes medievales hasta su actual estatus como capital moderna. Sus muros han albergado a señores feudales, nobles de palacio y soldados republicanos, y su historia refleja los cambios sociales y políticos que ha experimentado España.
Hoy en día, el Castillo de la Alameda es un lugar de visita obligada para turistas e historiadores por igual. Ofrece una visión fascinante del pasado de Madrid y es un testimonio de la resistencia y el legado de sus habitantes.