La neurocientífica Ida Momennejad, quien actualmente escribe con el diario The New York Times, realizó una investigación sobre la memoria antes de que un hecho la sacudiera: el derrame cerebral de su madre a los 62 años. "Mi madre era una mujer saludable y su derrame cerebral nos sumió en un limbo surrealista", afirmó la neurocientífica.
El duelo como máquina del tiempo
A partir de su experiencia personal, Momennejad reflexiona sobre cómo el dolor nos convierte en "viajeros del tiempo". El duelo "nos transporta a pasados en los que la persona amada era el centro de nuestro universo y a posibles futuros con o sin ella".
La ciencia versus la fe
Como neurocientífica, Momennejad se sintió impotente ante el derrame cerebral de su madre, mientras que su familia encontró consuelo en la fe. "Mi tía se encogió de hombros y dijo: 'Tú tienes tu ciencia y nosotros tenemos fe'", relata.
La naturaleza como consuelo
Tras la muerte de su madre, Momennejad encontró consuelo en la naturaleza, donde sintió "la seguridad de que mis antepasados me maternaran, me abrazaran".
Un nuevo comienzo
Desde la pérdida de su madre, Momennejad se ha acercado más a ella en sueños. "Ya no me agobian la distancia ni las heridas del pasado", afirma. "Me he convertido en una científica que se hace amiga de los árboles y se entrega a la poesía como si fuera una medicina recetada".
La pérdida de un ser querido es un proceso de duelo que no tiene fin. Pero, como escribe Momennejad, "El duelo es una máquina del tiempo, una fuerza de cambio, una nueva historia de origen".
"Estamos hechos del mismo material que las estrellas. Hierro nuevo para sangre nueva, calcio nuevo para huesos nuevos. Nuevas materializaciones de puro deseo, que dan a luz a todas las criaturas". - Ida Momennejad