El pacto para renovar el CGPJ vuelve a tambalearse
Por primera vez desde hace meses, no está del todo claro qué está pasando con la negociación para renovar el Consejo General del Poder Judicial. Cada vez que ha pasado eso en los últimos años, es que había una posibilidad real de pacto. Después de cinco años y medio, y con un acuerdo cerrado hasta en cuatro ocasiones, en el que todo está muy claro y por escrito y solo falta ponerle la firma, lo más importante es conocer la voluntad política del PP, el partido que se ha echado atrás las cuatro veces con dos líderes diferentes.
Alberto Núñez Feijóo, líder del PP, con su “lo vamos a intentar”, abrió de nuevo la puerta a un posible acuerdo. Después, en el rifirrafe de la sesión de control al Congreso, Pedro Sánchez le recordó que tiene una semana para decidirse: si el 30 de junio no hay acuerdo, el Gobierno reformará la ley sin el PP y cambiará el sistema de elección de los jueces del Tribunal Supremo para desbloquearlo, ya que ahora tiene un 30% de las plazas sin cubrir.
Un ultimátum que podría ser un incentivo para el PP
Ese ultimátum podría ser un incentivo fuerte para el PP: si no pacta, cambiaría el sistema y perdería su influencia en la elección de los jueces del Supremo y otras cuestiones decisivas que dependen del CGPJ ahora bloqueado. Si acuerda, mantendría esa influencia aunque sea con una minoría.
Pero, además, el Gobierno ha colocado otro elemento encima de la mesa, aunque sea de forma discreta: La Moncloa presiona con una negociación global de varios órganos en los que el PP ha tenido siempre peso y se arriesga a perderlo si sigue bloqueando el CGPJ: el Banco de España, donde la oposición ha orientado habitualmente al subgobernador; la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia, pendiente de renovar también desde el pasado verano; la cúpula de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, que debe ser renovada en diciembre, y la futura Comisión Nacional de Energía, de próxima creación. Además, una parte del consejo de RTVE también está pendiente de renovación.
El PP ha intentado pactar por separado algunas cuestiones, especialmente el Banco de España, pero el mensaje del Gobierno ha sido rotundo: si no hay acuerdo en el CGPJ, difícilmente lo habrá en lo demás. El Ejecutivo lo tiene muy claro: el plan A es el pacto en el CGPJ con el PP, y para ello está presionando por tierra, mar y aire. Pero si no llega la próxima semana, se pondrá en marcha el plan B y el PP podría perder peso en todos estos organismos o podrían seguir bloqueadas sus renovaciones.
El Gobierno y su principal negociador, Félix Bolaños, han optado por el hermetismo total en este asunto, síntoma de que la negociación está empezando. Tampoco habla públicamente el negociador del PP, Esteban González Pons. Todos esperan una reunión inminente en Bruselas con la Comisión Europea de mediador, que ya es urgente, porque solo queda una semana para negociar. Y el PP, después de meses diciendo que no había espacio si el PSOE no aceptaba que los jueces eligieran directamente a 12 de los 20 vocales del CGPJ, lanza ahora mensajes positivos que en La Moncloa interpretan como una posibilidad de pacto, pero también como una forma de sondeo al ala más dura.
El ala dura del PP presiona para evitar un acuerdo
El lunes, el portavoz del PP, Borja Sémper, evitó poner el foco en las líneas rojas. Y este miércoles, Isabel Díaz Ayuso, máxima representante de esa ala dura, marcó el terreno a Feijóo: “Si no se cambia el sistema de elección, va a ser un auténtico desastre, el PSOE engañará nuevamente”. Y añadió: “Nos va la democracia en el cambio, no podemos fallar. Esta renovación [del CGPJ], como la plantean [en el PSOE], sería la estocada final para la separación de poderes. Mi opinión la he trasladado a los órganos internos de mi partido y también al propio Feijóo. Debemos tener en cuenta lo que tenemos delante”, dijo después de asimilar a Sánchez al “chavismo” y a un dictador.
Ayuso le pidió expresamente a su líder que mantenga su palabra de que “no habrá acuerdo si no se despolitiza la elección de los jueces”, informa Juan José Mateo.
Sánchez hurgó en esa herida interna del PP en la sesión de control. “Cada vez que se abre la opción de un acuerdo, salen sus jefes, Aznar, Abascal, Ayuso, y dicen que ni se le ocurra. ¿Qué Feijóo nos vamos a encontrar hoy? ¿El que cumple la Constitución o el que cumple con sus jefes?”, le dijo a Feijóo. Y estas palabras del presidente hicieron pensar al PP que en realidad el Gobierno no está por el pacto. Distintos miembros de la dirección del PP mostraron después en privado su malestar por el tono de Sánchez. “Muchas ganas de ayudar no están demostrando”, opinaba un dirigente del núcleo duro. “Si quieres que salga un acuerdo, no pinchas así”, interpretaba otro.
Algunos barones ya empiezan también a mostrar en privado sus dudas con un posible pacto en el CGPJ. “Con Sánchez no puedes pactar nada. Un acuerdo con él te mata en provincias. Solo puedes hacerlo si te admite todas tus pretensiones”, señalaba uno de ellos. Feijóo tiene, pues, una presión fuerte del ala dura que le está diciendo que si no saca un buen acuerdo le van a cuestionar. Pero también tiene fuertes incentivos para entrar al pacto y sobre todo una amenaza muy clara: si no lo hace, Sánchez va por libre y puede quitarle definitivamente al PP cualquier influencia sobre la elección de los jueces del Supremo si se pasa a un sistema de criterios objetivos en el que se perdería cualquier capacidad de maniobra política.
Todas las piezas encajan, pero Feijóo tiene la última palabra
Todas las piezas van encajando. Los actores principales y secundarios mantienen posiciones muy similares a las de octubre de 2022, cuando el acuerdo estaba prácticamente cerrado y finalmente Feijóo se echó para atrás. Han pasado casi dos años más de bloqueo, con lo cual la situación es mucho más insostenible y hay muchos jueces esperando que se desbloquee para avanzar en su carrera que también presionan. Además, la Comisión Europea ha entrado en el asunto y es más difícil mantener el bloqueo. Y por último, el ultimátum de Sánchez con un posible cambio de sistema de elección y el hecho de que dentro del pacto haya muchos otros organismos pendientes también son un incentivo para el PP.
Pero el único que puede tomar una decisión así, entre la presión del sector duro y de Vox, que asimilan a Sánchez con un dictador, y el interés de su propio partido y la necesidad de renovar después de cinco años y medio, es Feijóo. Quedan pocos días para saber de qué lado se decanta esta vez.