La dirección de Esquerra Republicana (ERC) intenta reconducir la situación tras el terremoto político de esta semana, con la vista puesta en la elección de una nueva cúpula el 30 de noviembre. Tras amortiguar el choque interno sobre el futuro del liderazgo de Oriol Junqueras, el siguiente reto es decidir qué votarán en la investidura del próximo presidente de la Generalitat, y cómo afrontarán la negociación para los cargos de la mesa del Parlament.
Marta Rovira, al frente de las negociaciones
La ejecutiva del partido, reunida este viernes, ha decidido que sea Marta Rovira, secretaria general de la formación, quien pilote esas negociaciones y consulte con las bases la decisión que se tome sobre la elección del presidente. "El posicionamiento de la formación sobre la investidura se validará con una consulta electrónica a la militancia", dice el escueto comunicado en que los republicanos han dado cuenta de la reunión de la cúpula, la tercera en cinco días.
¿A quién apoyarán los republicanos?
Un portavoz del partido ha puntualizado que el proceso se realizará al final de toda la negociación, descartando así fórmulas en las que todo el poder decisorio recaiga en la dirección. La línea oficial del partido es irse a la oposición tras el batacazo electoral del pasado domingo, pero sus 20 diputados son claves a la hora de decidir si hay un nuevo Ejecutivo o son necesarias unas nuevas elecciones. Tanto Salvador Illa (PSC) como Carles Puigdemont (Junts) han instado a los republicanos a que les den sus votos.
Sin embargo, solo la suma con los socialistas puede salir adelante, pues la que quiere el expresidente implica que Illa se abstenga en segunda vuelta. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aseguró este viernes en una entrevista a La Sexta que no piensa facilitar que Puigdemont lidere el Govern.
La división interna en ERC
Tanto Junqueras —que quiere revalidar el cargo en noviembre— como el propio Aragonès (que asumió la derrota el 12-M dejando la primera línea de la política activa) defienden que si las urnas han aupado al PSC y Junts son esas dos formaciones las que tienen que ponerse de acuerdo. Pero abstenerse en la investidura en los dos casos podría implicar una repetición electoral que podría dilapidar el capital político que le queda a un partido sin candidato y con la dirección dividida.
Precisamente para amortiguar esa división, la Ejecutiva ha designado a Rovira como la persona que capitaneará las negociaciones en ciernes. La ley establece que la Cámara catalana se ha de conformar antes del 10 de junio, y ahí se juega una parte importante de los pactos. Se han de repartir los cargos de la Mesa del Parlament y, para acercar a un pacto, se le podría ofrecer la presidencia a los republicanos. En el pasado, los independentistas habían usado su mayoría absoluta para garantizar su dominio de ese órgano. Por primera vez, hay suma alternativa.
La presión de los plazos
También está el reparto de las presidencias de las comisiones y de los espacios en el edificio. Una vez se pone en marcha la legislatura, el límite para que se celebre la primera sesión de un debate de investidura es el 25 de junio; de lo contrario, se ha de convocar de nuevo a las urnas.
Las respuestas sobre a quién apoyar y si se opta solo por votar a uno de los candidatos o entrar en el Ejecutivo las tendrá que capitanear Rovira desde Ginebra, donde vive para esquivar la acción de la justicia española y su acusación por un supuesto delito de terrorismo. Rovira, que se ha alineado con el presidente en funciones en la necesidad de cambiar de caras en el partido, asumirá así el desgaste de la decisión que se tome sobre la investidura.
En campaña, Aragonès siempre negó la posibilidad de pactar con Illa por estar en contra de acordar las condiciones para un referéndum pactado y la financiación singular para Cataluña. Junqueras, que dejará el liderazgo de ERC después de los comicios europeos, se desentenderá así de una decisión muy espinosa. Voces influyentes del partido, como el exportavoz en el Congreso, Joan Tardà, se han posicionado a favor de votar a los socialistas en la investidura y evitar como sea posible una repetición electoral.
"Esquerra no tendría que bloquear la investidura de Salvador Illa y tendría que competir y colaborar a la vez para construir un camino conjuntamente", dijo el pasado miércoles en una entrevista a La 2. ERC ha consultado tradicionalmente a sus bases en decisiones trascendentales, como algunas investiduras en el Congreso de los Diputados o apoyos también allí para los Presupuestos. La última fue precisamente en noviembre pasado. El sí a investir a Pedro Sánchez obtuvo el 89% de votos favorables. La participación entonces fue del 43,61% de la militancia. Sobre la mesa estaba que tirara adelante, por ejemplo, la ley de amnistía.
El Colectivo 1 de Octubre, un pequeño grupo de militantes críticos con la dirección de ERC, pidió este viernes al partido que la consulta que se celebre sea específicamente sobre sí o no a Illa.