La demencia: una preocupación creciente en la población que envejece
Ante el envejecimiento progresivo de la población, la demencia se ha convertido en un motivo de preocupación para muchos, ya que la edad es uno de los factores de riesgo más conocidos. De hecho, la mayoría de los casos se producen a partir de los 65 años. La genética también desempeña un papel importante en su desarrollo.
La buena noticia es que existen otros factores modificables que pueden contribuir a prevenir esta enfermedad. Según la nueva publicación de la Comisión Lancet, hay un total de 14 factores de riesgo modificables que podrían "prevenir o retrasar" hasta el 45% de los casos de demencia. En esta última actualización, el informe incluye dos nuevos factores de riesgo que no se habían identificado hasta ahora y que están relacionados con hasta un 9% de todos los casos de demencia.
Factores de riesgo identificados
El factor que cobra mayor importancia es el nivel elevado de colesterol LDL, relacionado con un 7% de los casos. El porcentaje restante se atribuye a la pérdida de visión no tratada en edades avanzadas. Estas dos variables no son nuevas en el panorama de la demencia; ya se han relacionado anteriormente con un mayor riesgo de padecerla.
Estos dos nuevos factores se suman a los 12 identificados por la Comisión Lancet en 2020, a los que se atribuye cerca del 36% de los casos de demencia. Entre ellos se encuentran la hipertensión, el tabaquismo, la depresión, la falta de actividad física, el aislamiento social, los golpes en la cabeza, los problemas de audición, la obesidad, el consumo excesivo de alcohol, la diabetes, la contaminación atmosférica y el bajo nivel educativo.
La Comisión hace un llamamiento a las naciones y a los propios ciudadanos para que adopten medidas ambiciosas para abordar este problema, ya que atajar estos factores de riesgo podría prevenir la demencia.
Medidas preventivas y recomendaciones
El grupo de 28 expertos internacionales también recuerda que, como consecuencia del rápido envejecimiento de la población mundial, es probable que en 2050 el número de personas con demencia casi se haya triplicado, pasando de 57 millones en 2019 a 153 millones. Este incremento tendría un coste estimado superior a los 780.000 millones de euros.
Aunque en los países de bajos ingresos la esperanza de vida ha provocado un aumento de la población con demencia, en algunas zonas socioeconómicamente favorecidas, como Reino Unido y Estados Unidos, se está produciendo el efecto contrario. Esto se debe, según los autores del informe, a las mejoras en la asistencia sanitaria y a los cambios en el estilo de vida.
La Comisión critica en su publicación que los planes nacionales de demencia no incluyan recomendaciones específicas para las personas que pueden presentar riesgos de demencia. "Nunca es demasiado tarde, ni demasiado pronto, para actuar. En cualquier etapa de la vida hay oportunidades para influir", afirma la autora principal, Gill Livingston, del University College de Londres.
Livingston defiende que, aunque se crea que la demencia es inevitable, el informe demuestra que se pueden aumentar las opciones de no desarrollarla o, al menos, retrasar su aparición. "Ahora contamos con una mayor evidencia de que una exposición más prolongada produce un mayor efecto".
Por este motivo, considera que se deben adoptar medidas preventivas para quienes más las necesitan, haciendo que los estilos de vida saludables sean "lo más asequibles posible para todos".
El informe también incluye un total de 13 recomendaciones para retrasar la demencia. Entre ellas se encuentran: fomentar el uso de audífonos para las personas con pérdida de audición, reducir la exposición a los ruidos que pueden provocar pérdida de audición (contaminación acústica), utilizar casco en los deportes de contacto o al montar en bicicleta para evitar golpes en la cabeza y llevar una vida activa, ya que el ejercicio se relaciona con una menor probabilidad de desarrollar demencia.
En relación con los dos nuevos factores de riesgo, los expertos piden detectar y tratar el colesterol LDL alto a partir de los 40 años y poner al alcance de todos una detección rápida y un buen tratamiento para la pérdida de visión.
Como explica Livingston, este estilo de vida saludable no solo puede reducir el riesgo de demencia, sino que también podría retrasar su aparición. "Así, si una persona desarrolla demencia, es probable que viva menos años con ella, lo cual tiene una repercusión enorme en su calidad de vida", concluye.