William Kentridge presenta "Oh to Believe in Another World"
El artista sudafricano William Kentridge presenta en el Liceu su película "Oh to Believe in Another World", una obra que explora la vida y obra del compositor ruso Dmitri Shostakóvich. La película se proyecta mientras la Gran Orquesta del Liceu, bajo la dirección de Josep Pons, interpreta la décima sinfonía de Shostakóvich.
Una visión retrospectiva del gobierno soviético
La película de Kentridge ofrece una visión retrospectiva del gobierno soviético y su impacto en la vida y obra de Shostakóvich. A través de imágenes de archivo, música y animaciones, la película explora el clima político opresivo en el que vivió Shostakóvich y cómo su música reflejó su resistencia y resiliencia.
Un homenaje a Shostakóvich
Kentridge concibió su película como un homenaje a Shostakóvich, un compositor que vivió bajo la constante amenaza de persecución y censura. "Hay cosas que no podemos olvidar según qué contextos políticos", afirma Kentridge. "Shostakóvich es el que ha sobrevivido a todos ellos. Su música es la que ha sobrevivido".
Un proyecto internacional
La película de Kentridge se ha presentado en ciudades de todo el mundo, incluyendo Johannesburgo, Londres, Nueva York y Viena. Se trata de un proyecto que ha suscitado un gran interés y ha generado un debate sobre la importancia de la música en tiempos de agitación política.
Shostakóvich y la música cinematográfica
Josep Pons, director musical del Liceu, sostiene que la música de Shostakóvich es muy cinematográfica. Kentridge comparte esta opinión y ha concebido su película como una obra que equilibra la música y las imágenes.
Un museo soviético abandonado
La película se desarrolla en un museo soviético abandonado, donde desfilan siete personajes: Shostakovich, su alumna Elmira Nasirova, el poeta Maiakovski, su amante Lilya Brik, Stalin, Lenin y Trotski. Estos personajes representan el contexto político en el que vivió Shostakóvich y la influencia que tuvo en su música.
Imágenes de archivo y animaciones
La película de Kentridge incluye imágenes de archivo de Rusia en las décadas de 1920 y 1930, que muestran el optimismo inicial de la Revolución Rusa y su posterior desvanecimiento bajo el régimen estalinista. A estas imágenes se suman animaciones originales de Kentridge, que añaden una dimensión surrealista a la obra.
Un segundo movimiento explosivo
El segundo movimiento de la décima sinfonía de Shostakóvich es, según Kentridge, el más destacado. "Es muy explosivo y espectacular. Con toda la energía y la fuerza", describe. Esta música refleja el espíritu de resistencia de Shostakóvich y su determinación de superar la adversidad.