La variante de la viruela del mono que azota África podría llegar a España

Expertos consultados por El Español consideran que el riesgo de que la subvariante de la viruela del mono (mpox) que está causando estragos en el centro y este de África llegue a España es nada desdeñable, tras la declaración de emergencia sanitaria de importancia internacional por parte de la OMS.

Francisco Javier Membrillo, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), explica que la variante que se expandió por todo el mundo hace dos años era distinta, se trataba del clado II, más transmisible pero también benigno.

En cambio, el clado I, asociado a una mayor mortalidad, permaneció en África. Este "no había estado relacionado con el contagio por vía sexual hasta estos últimos meses", señala Membrillo.

Debido a esta preocupación, el Ministerio de Sanidad ha anunciado que el próximo lunes 19 de agosto se llevará a cabo una reunión de un grupo técnico para decidir cómo actuar frente a la emergencia sanitaria por el brote de mpox en África.

En esta reunión participarán el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, el Centro Nacional de Epidemiología, el Centro Nacional de Microbiología y la División de VIH y Vacunas. El mismo lunes, España participará en el Comité de Seguridad Sanitaria de la Unión Europea y al día siguiente se reunirán las comunidades autónomas para debatir si se modifican las recomendaciones de vigilancia o vacunación.

El virus mpox y su transmisión

El virus mpox fue descubierto en los años 70 y su vía de transmisión es el contacto físico estrecho con la persona infectada, lesiones en la piel y fluidos. El clado II pudo expandirse por el mundo transmitido mediante relaciones sexuales, pero el I permaneció ligado a la zona donde se descubrió, en el centro del continente africano.

Sin embargo, en abril de 2023 se registró el primer caso de transmisión del clado I por contacto sexual. Un mes después, la OMS dio por terminada la emergencia de salud pública de importancia internacional.

A partir de septiembre, los casos comenzaron a aumentar en la República Democrática del Congo. Entre enero y julio de 2024, el Ministerio de Salud de dicho país ha notificado más de 14.000 casos de infección y 455 muertes. En seis meses se había superado la incidencia de todo el año anterior.

Desde mayo, el epicentro de la enfermedad en el mundo, que en los últimos meses se situaba en el sureste asiático y el Pacífico, regresó a África, extendiéndose hacia el este y dándose los primeros casos en países como Burundi, Kenia, Ruanda y Uganda.

De esta expansión se responsabiliza a una subvariante conocida como clado Ib. El Centro Africano para el Control de Enfermedades declaró la emergencia continental y la Organización Mundial de la Salud estimaba (antes de la declaración de ESPII) que el riesgo a largo plazo para el resto del mundo es moderado, principalmente con brotes que afecten a hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres.

En cambio, el Centro Europeo para el Control de Enfermedades (ECDC) consideraba, a finales del mes pasado, que el riesgo es bajo.

El estigma asociado a la homosexualidad aumenta el riesgo de propagación

El estigma asociado a la homosexualidad en las zonas donde el clado I está transmitiéndose aumenta ese riesgo de propagación, subraya Javier Membrillo. "Puede haber una persona que no declare la enfermedad teniendo síntomas, tome un avión y en unas horas esté en España. Si tiene relaciones con otra persona, iniciaría la cadena de transmisión".

Con todo, el especialista duda de que las altas cifras de mortalidad asociadas al clado I se mantengan si llega a nuestro país.

"En otras enfermedades, la mortalidad se ha demostrado bastante inferior cuando llegan a países con sistemas sanitarios desarrollados, ya que [en África] solo se detectan y atienden los casos graves, y los medios no son los mismos".

Una menor gravedad del clado I

Por su parte, el catedrático de Microbiología de la Universidad de Salamanca Raúl Rivas apunta otra razón para sospechar una menor gravedad del clado I. "Por supuesto que existe la posibilidad de que se extienda por Europa, ¡ya lo hemos vivido antes! Pero en África la población es muy joven y, por tanto, es menos probable que se haya vacunado de la viruela humana, pues se erradicó hace décadas, y se ha demostrado que la vacuna confiere cierta protección frente a la mpox".

Rivas advierte también de que "tenemos que acostumbrarnos a que estas enfermedades emergentes lleguen con mucha más rapidez de lo que lo harían hace 30 o 40 años".

Este cambio de paradigma es un reto para un sistema sanitario "diseñado en los años 70 y pensado para el infarto agudo de miocardio", señala Paloma Navas, vicepresidenta de la Sociedad Madrileña de Medicina Preventiva.

"Para el infarto se ha hecho genial, reacciona muy bien, pero para el nuevo paradigma de la salud, basado en enfermedades crónicas y alertas internacionales infecciosas, no está preparado. Y lleva sin estarlo 30 años".

La lección no aprendida de la Covid-19

La precariedad y falta de homogeneidad entre los servicios de salud pública de las distintas comunidades nos deja poco menos que indefensos frente a las amenazas emergentes. "Es como un colador con agujeros muy grandes".

Por eso, aunque nuestro país ya tenga experiencia con alertas internacionales y la prevención ha sido un éxito frente a enfermedades como el ébola, al estar la mpox más extendida "no es descabellado pensar que podría llegar" el clado Ib a nuestro país.

Navas lamenta la oportunidad perdida que supuso la Covid-19, cuando "todo el mundo parecía haber aprendido la lección" pero cuyo impacto en los esfuerzos de salud pública han sido muy desiguales.

"Algunas comunidades aumentaron presupuestos pero otras se quedaron como estaban. Las plantillas de salud pública estaban al 40% de lo que planeaba hace 20 años, los profesionales se están jubilando y no hay médicos que quieran entrar porque no se paga mucho. Y esto nos sigue haciendo altamente vulnerables".