La ultraderecha española, representada por el grupo Hazte Oír, está utilizando un delito en vías de extinción para generar ruido y notoriedad a costa de la presentadora de televisión Laura Yustres, conocida como Lalachus.

Un delito con escasa capacidad sancionadora

El delito de ofensa a los sentimientos religiosos, tipificado en el artículo 525.1 del Código Penal español, ha demostrado tener una escasa capacidad de traducción en sanción penal. Desde su introducción en 1995, solo se ha registrado una condena en firme y otra provisional, que podría revertirse en el Constitucional o en Europa.

A pesar de ello, organizaciones como Abogados Cristianos y Hazte Oír utilizan este delito como herramienta para generar polémica y visibilidad mediática. Sus denuncias, a menudo infundadas, tienen un gran impacto mediático y político, pero rara vez llegan a buen puerto en los tribunales.

El caso de Lalachus

El último caso de uso de este delito es el de la presentadora de las campanadas de Nochevieja en TVE, Laura Yustres, más conocida como Lalachus. Hazte Oír ha anunciado acciones legales contra ella por mostrar una estampita de una vaquilla del programa de TVE Grand Prix que simula la imagen del Sagrado Corazón de Jesús.

Esta denuncia ha sido respaldada por Vox y la Conferencia Episcopal, y ha generado una gran polémica en las redes sociales. Sin embargo, es poco probable que prospere en los tribunales, ya que el delito de ofensa a los sentimientos religiosos requiere que la ofensa sea grave y que se realice con dolo, es decir, con intención de ofender.

Una herramienta para la guerra cultural

El uso de este delito por parte de la ultraderecha española es una muestra más de la guerra cultural que se está librando en el país. Estos grupos utilizan la religión como arma para dividir a la sociedad y atacar a sus adversarios políticos.

La reforma del delito de ofensa a los sentimientos religiosos, anunciada por el Gobierno en septiembre de este año, es un paso necesario para acabar con esta instrumentalización de la justicia. Es hora de dejar atrás este delito en vías de extinción y avanzar hacia una sociedad más tolerante y respetuosa.