Las bandas latinas vuelven a Cataluña

La Guardia Civil ha detenido a 32 supuestos miembros de los Latin Kings en una operación para evitar una venganza que podría haber causado graves daños. Todos los detenidos, excepto dos menores y otros dos adultos que ya estaban en prisión, quedaron en libertad.

¿Han vuelto las bandas latinas a Cataluña?

El debate está abierto. La Policía Nacional y la Guardia Urbana también detuvieron a 14 personas el año pasado en Barcelona, acusadas de pertenecer a otra banda, la Mara 18. Los Mossos d'Esquadra, por su parte, manejan con frialdad la hipótesis de que las bandas supongan un problema de seguridad en Cataluña.

Los Mossos descartan que haya bandas

Fuentes de la policía catalana insisten en que las alarmas no han saltado en las comisarías, que es donde llegan las denuncias por peleas graves de territorialidad o por amenazas cuando alguien quiere dejar el grupo. "Estamos muy lejos de 2011 o 2012, cuando se mataban entre ellos", coinciden otras fuentes policiales.

La Guardia Civil alerta del peligro

El general de la Guardia Civil Pedro Pizarro ha insistido en que el logro de la operación ha sido evitar una venganza que podría haber ocasionado males mayores. Mandos de la policía catalana están sopesando recuperar la antigua unidad que investigaba exclusivamente delitos cometidos por las bandas y que desmantelaron en 2018.

Expertos advierten de las consecuencias negativas de la persecución policial

El catedrático en antropología Carles Feixa considera que cuando se presiona a las bandas, como mucho, pasan a la clandestinidad y se cierran en sí mismas. El problema, explica, es la asimilación con la delincuencia. "Se criminaliza la pura pertenencia a la banda", lamenta Feixa.

Las bandas cubren necesidades que nadie más cubre

Fuentes de los Mossos insisten en que no se puede abordar como banda cualquier grupo de chavales que delinca. El antropólogo Carles Feixa argumenta que hay una evolución en las bandas en Cataluña, que diferencia de la situación en Madrid, donde han repuntado los enfrentamientos. "Ya no estamos en la primera generación, es una segunda y posteriores. Los más veteranos ya no tienen la necesidad de control sobre los jóvenes", explica.

Feixa destaca las virtudes de los procesos de inscripción como asociaciones culturales de hace casi dos décadas, alentados por la Generalitat, que se dieron en Cataluña para concienciar y erradicar los castigos a quienes querían dejar el grupo. También incide en que si hay jóvenes que siguen queriendo formar parte de ellas es porque "cubren necesidades que nadie más cubre".