La cuarta transformación avanza en México
El partido oficialista, Morena, continúa consolidando su poder en México tras las recientes elecciones, apoderándose de la mayoría de las curules en la Cámara de Diputados y gobernando a más del 77% de la población a nivel estatal.
Crecimiento de Morena y aliados
Según un análisis de Integralia, Morena, junto con sus aliados del PVEM y el PT, obtuvo el 54,7% de los votos, lo que les permitirá controlar el 74% de los escaños en la Cámara de Diputados. Esta cifra representa un aumento significativo en comparación con las elecciones de 2018, cuando Morena obtuvo el 48,8% de los votos.
Desplazamiento de la oposición
El estudio también destaca el desplazamiento de los partidos tradicionales de la oposición: el PRI, el PAN y el PRD. Estos partidos han perdido una importante cantidad de votos y representación en el Congreso, lo que indica un debilitamiento de su influencia política.
Control de congresos locales y gubernaturas
Además de su dominio en la Cámara de Diputados, Morena y sus aliados también han obtenido la mayoría en 27 congresos locales y han ganado siete de las 15 gubernaturas en disputa. Esto les permitirá controlar las políticas públicas en la mayoría de los estados del país.
Ciudades capitales, refugio de la oposición
A pesar del avance de Morena, la oposición ha logrado mantener su presencia en las ciudades capitales. La coalición PAN-PRI-PRD pasará de gobernar 14 a 15 capitales, mientras que Morena y sus aliados retendrán 12.
Tasa de participación electoral
El análisis de Integralia señala que la tasa de participación electoral disminuyó ligeramente en estas elecciones, pasando del 63,4% en 2018 al 61,04% en 2023. Esto sugiere que los llamados de organizaciones civiles y empresariales para aumentar la participación no tuvieron un impacto significativo.
Implicaciones para la representación política
La alta concentración de poder en manos de Morena y sus aliados plantea preocupaciones sobre la distorsión de la representación política. El sistema electoral actual asigna un número desproporcionado de escaños a los partidos con mayor porcentaje de votos, lo que puede conducir a una subrepresentación de las minorías y los partidos pequeños.