La masificación de embarcaciones amenaza las praderas de posidonia en la Costa Brava
Miles de embarcaciones navegan y fondean a diario sobre los bosques submarinos de posidonia, fundamentales para mitigar el cambio climático y mejorar la salud de los ecosistemas. El litoral está saturado, asegura Albert González, coordinador del Grup de Suport Marí de Girona, quien afirma que es necesario reflexionar sobre el modelo turístico y entender que los espacios naturales tienen límites.
Impacto ambiental y turístico
A pesar de que la Generalitat lanzó una aplicación para conocer la ubicación de estas plantas marinas, el anclaje masivo continúa produciéndose en los 214 kilómetros de costa entre Blanes y Portbou. Esta situación también se observa en otras zonas del Mediterráneo que no están mapeadas ni vigiladas para evitar que las embarcaciones echen el ancla en las praderas.
El turismo náutico ha llevado a muchos ayuntamientos a tomar cartas en el asunto. Municipios como Begur, Mont-ras, Palafrugell y Palamós han elaborado una guía de navegación responsable para mejorar la sostenibilidad del turismo.
El jefe de la policía marítima de los Mossos, Jordi Ollé, destaca estas iniciativas para normalizar la convivencia de embarcaciones, motos náuticas, kayaks y bañistas. Sin embargo, lamenta que la regulación marítima carezca de concreción y seguridad jurídica, permitiendo aún el anclaje sobre posidonia.
Los Agentes Rurales impusieron el año pasado 60 sanciones por anclaje indebido y exceso de velocidad, mientras que en Cala del Vedell se han robado en dos ocasiones las boyas para bañistas.
Necesidad de regulación y vigilancia
Los expertos advierten que no se necesitan más estudios, sino más regulación y vigilancia para proteger los frágiles ecosistemas de la Costa Brava. Josep Lloret, del Institut de Ciències del Mar, denuncia que las miles de embarcaciones diarias que navegan por este litoral están destruyendo décadas de crecimiento de posidonia.
Arnau Carreño, experto en náutica recreativa, lamenta que el anclaje sobre posidonia destruya el crecimiento de años de esta fanerógama protegida. Además, destaca que la pintura de las embarcaciones desprende tóxicos y microplásticos dañinos, y que el ruido de barcos y motos desplaza a los cetáceos.