La precariedad laboral en aumento en Latinoamérica
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha levantado una bandera roja sobre la situación del empleo en Latinoamérica, alertando sobre la escalada del fenómeno del trabajador pobre en la región. A pesar de que los niveles de empleo en algunos países están retornando a cifras previas a la pandemia, la pérdida de poder adquisitivo y un incremento en la informalidad laboral se perfilan como amenazas persistentes para la estabilidad económica y social. Este alarmante escenario pone en relieve la urgencia de implementar políticas públicas efectivas que velen por el derecho laboral y aseguren oportunidades de trabajo digno.
¿Cuál es el estado actual del empleo en Latinoamérica?
Según la OIT, aunque la región ha logrado una notable recuperación en las tasas de ocupación y desempleo, el empoderamiento económico aún se ve opacado por un débil crecimiento en la tasa de participación en la fuerza laboral. Con una pérdida de poder adquisitivo que en algunos casos alcanza hasta un 16%, la entidad internacional advierte que el salario real promedio sigue siendo inferior al de cuatro años atrás. Estas condiciones, sumadas a un entorno de alta inflación, plantean un panorama donde la población trabajadora podría no escapar de la pobreza a pesar de estar empleada.
Desafíos por género y edad en la inserción laboral
La brecha de género sigue siendo otra preocupación primordial para la OIT. Aunque la tasa de ocupación femenina ha superado los índices pre pandémicos, la participación laboral de las mujeres en la región aún es significativamente menor que la de los hombres. La informalidad, especialmente entre las poblaciones jóvenes, se destaca como una barrera adicional para lograr la estabilidad y los derechos laborales. La tasa de desocupación juvenil, a pesar de su descenso, sigue duplicando la media regional.
Las perspectivas de la OIT para el futuro del trabajo en la región
La OIT proyecta que la tasa de desempleo podría mantenerse relativamente estable a corto plazo. Sin embargo, el crecimiento económico lento y una probable persistencia de la informalidad laboral sugieren que es indispensable fortalecer las instituciones del trabajo, como el salario mínimo y los mecanismos de negociación colectiva. El diálogo social se plantea como un eje transversal para alcanzar una transición equitativa hacia mercados laborales más justos y sostenibles.