La recuperación desigual postpandemia agranda la brecha global

Tras superar la pandemia del COVID-19, el mundo se enfrenta a una realidad desafiante marcada por la desigualdad. Mientras algunas naciones han logrado recuperar y superar los niveles de desarrollo humano previos al 2019, otras, particularmente las más pobres y afectadas por conflictos, retroceden en esta lucha, ampliando la brecha entre países ricos y pobres.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha emitido una alerta sobre la creciente desigualdad en el índice de desarrollo humano entre naciones, poniendo a prueba la aspiración de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para el 2030 de no dejar a nadie atrás. A pesar de la recuperación observada globalmente, este repunte esconde una fragmentación que podría comprometer la estabilidad mundial.

Los más vulnerables quedan atrás

Países como Afganistán y Ucrania se encuentran entre los más afectados, perdiendo años de progreso en cuestión de meses. Afganistán, en particular, retrocedió una década en términos de desarrollo humano, mientras que Ucrania experimenta su nivel más bajo desde 2004. Tanto las crisis sanitarias como los conflictos bélicos contribuyen a esta situación crítica.

Una visión crítica de la cooperación internacional

El PNUD ha enfocado su más reciente informe en examinar las deficiencias de la cooperación internacional y del orden mundial actual. A pesar de la riqueza financiera sin precedentes, el mundo se enfrenta a mayores tasas de pobreza y hambre que hace una década, incrementando las tensiones y conflictos en diversas regiones.

Repercusiones geopolíticas de la desigualdad

La polarización y la falta de confianza son riesgos que pueden agudizar las relaciones internacionales, y se necesita de una acción colectiva para abordar las preocupaciones globales como la desigualdad, el cambio climático y la ciberdelincuencia. La narrativa de recuperación no debe eclipsar los desafíos pendientes que amenazan la paz y el progreso humano.

El desarrollo económico y humano no puede medirse solo en cifras y estadísticas; la equidad y la inclusión deben ser componentes fundamentales en la evaluación del progreso. La realidad actual muestra que aún queda un largo camino por recorrer en la búsqueda de un desarrollo humano equitativo y sostenible a nivel mundial.