El hambre acecha en la Argentina: comedores comunitarios luchan por sobrevivir ante la inacción del Gobierno

En medio de la profunda crisis económica que atraviesa el país, los comedores comunitarios se han convertido en un refugio para miles de argentinos que luchan contra el hambre. Sin embargo, la falta de apoyo gubernamental está poniendo en riesgo su supervivencia.

Según datos del Registro Nacional de Comedores y Merenderos Comunitarios (ReNaCoM), en la Argentina existen más de 34.000 comedores que asisten a más de 134.000 personas. Estos espacios, que funcionan gracias al trabajo voluntario y las donaciones de particulares, brindan alimentos, contención y asistencia social a los sectores más vulnerables de la sociedad.

El abandono del Gobierno

Pese a la alarmante situación, el Gobierno nacional ha hecho oídos sordos a los pedidos de ayuda de los comedores. Las organizaciones sociales denuncian que no han recibido ningún tipo de asistencia ni recursos por parte del Estado.

"Solo nos hicieron llenar una planilla para saber cuántas familias venían a retirar comida y la dirección de los comedores. Más que eso, nada", cuenta Sonia Chorolque, que trabaja en uno de los 14 comedores que la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP) coordina en San Pedro de Jujuy.

Esta situación se ve reflejada en la ola de renuncias que ha afectado al Ministerio de Capital Humano, responsable de la política social del Gobierno. En los últimos meses, 10 secretarios o subsecretarios han dejado sus puestos en medio de denuncias de corrupción e irregularidades.

La solidaridad como única esperanza

Ante la falta de apoyo gubernamental, los comedores comunitarios han tenido que recurrir a la solidaridad de la sociedad para sobrevivir. Los vecinos donan mercadería, colaboran con las tareas de cocina y ofrecen su tiempo para brindar contención a quienes más lo necesitan.

"Trabajamos a pulmón. La mercadería para abastecer a estos comedores las recibimos de donaciones de los vecinos, que son un gran sostén y una ayuda. Además hacemos ventas para poder solventar la olla que todos los días trabajamos", narra Sonia Chorolque.

Esta solidaridad vecinal ha permitido que los comedores comunitarios continúen funcionando, pero no es suficiente. La situación económica es cada vez más difícil y el número de familias que necesitan asistencia alimentaria crece día a día.

El llamado de atención del Padre Paco

Ante la inacción del Gobierno, el Padre Francisco "Paco" Olveira, coordinador de la Casa del Niño de la Fundación Isla Maciel, anunció que iniciará una huelga de hambre a partir del martes si el Estado nacional no distribuye los alimentos acopiados en los depósitos que están a punto de vencer.

"No tenemos ganas de hacer huelga de hambre pero si nuestra gente no tiene para comer, y el Gobierno no reparte alimentos, nosotros decidimos compartir su suerte", asegura Olveira.

El llamado de atención del Padre Paco es un reflejo de la desesperación que viven los comedores comunitarios. El Gobierno nacional debe tomar medidas urgentes para garantizar la seguridad alimentaria de los argentinos más vulnerables. De lo contrario, el hambre seguirá acechando en las calles de nuestro país.