El próximo 30 de junio marcará el fin de la rebaja del Impuesto al Valor Añadido (IVA) en los alimentos básicos, si el Gobierno cumple con su cronograma. De esta manera, a partir de esa fecha, productos como el pan, la leche, los huevos, los quesos y las frutas volverán a tener un tipo de IVA del 4%, en lugar del 0% que se ha aplicado como parte del paquete de medidas para hacer frente a la inflación.

Aumento del IVA en aceites y pastas

Los aceites y las pastas también volverán a estar grabados con un IVA del 10%, en lugar del 5% que han tenido en el último año y medio. El Gobierno incluyó la reducción de la carga fiscal sobre los alimentos básicos en el decreto de ayudas que aprobó a finales de 2022, con el objetivo de aliviar el impacto de la inflación, que había alcanzado un pico de 8,4% en ese momento.

Inflación aún elevada

A pesar de que la inflación ha disminuido desde entonces, no ha llegado a los niveles deseados. En diciembre de 2023, el Índice de Precios al Consumo (IPC) mostraba un alza interanual del 3,1%, mientras que los alimentos seguían siendo un 7,3% más caros que en el mismo mes del año anterior. Algunos productos, como el aceite de oliva, habían experimentado un aumento interanual del 54,6%.

Prórroga de la rebaja del IVA

Ante esta situación, el Gobierno optó por prolongar la rebaja del IVA alimentario hasta el 30 de junio de 2024, sin incluir ninguna cláusula de escape como en ocasiones anteriores. Sin embargo, las presiones de Bruselas para retirar los estímulos fiscales, así como la necesidad de cumplir con las reglas presupuestarias europeas, hacen que el futuro de esta medida sea incierto.

Perspectivas positivas

A pesar de los desafíos, los expertos proyectan una moderación de los precios en los próximos meses. La evolución de la inflación subyacente, que excluye los alimentos frescos y la energía, es positiva y apunta a que la moderación de precios será permanente.

Impacto en la economía

La medida de volver a los tipos de IVA anteriores tendrá un impacto en la economía. Por un lado, podría contribuir a reducir la inflación, pero también podría afectar al consumo y al crecimiento económico. El Gobierno deberá sopesar cuidadosamente estos factores para tomar la mejor decisión.