La inteligencia artificial (IA) revolucionará el sector petrolero

El banco de inversión estadounidense Goldman Sachs pronostica que la IA reducirá el precio del crudo en la próxima década. Según sus cálculos, impulsará tanto la oferta como la demanda, pero el aumento será notablemente mayor en el primer caso, ahorrando unos pocos dólares por barril hasta 2034.

Los grandes beneficiados serán los productores estadounidenses de fracking, una técnica que consiste en perforar el subsuelo e inyectar agua a presión mezclada con arena y sustancias químicas para liberar el gas de esquisto.

Aumento de la oferta

La aplicación de la IA a la industria petrolera aumentará la oferta por dos vías:

  1. Reduciendo costos: Gracias a "mejoras en la logística y en la asignación de recursos" durante el proceso de extracción, se estima que el 30% de los costos de los nuevos pozos de fracturación hidráulica podría reducirse con IA, lo que resultaría en una caída de cinco dólares por barril y una ganancia de productividad del 25% para quienes la utilicen primero.
  2. Aumentando las reservas: La IA podría aumentar las reservas totales de petróleo de esquisto en entre un 8% y un 20%, con el consiguiente incremento en la capacidad de producción futura.

Aumento de la demanda

Por otro lado, la IA también tiene visos de incrementar la demanda, tanto por el aumento en el consumo de electricidad -en cuya generación algunos países siguen utilizando petróleo como materia prima- como por el incremento del PIB que, a juicio de Goldman Sachs, propiciará el despliegue a gran escala de esta tecnología.

No obstante, los analistas de Goldman Sachs estiman que el impacto sobre el consumo de petróleo será pequeño, alrededor de 700.000 barriles diarios, menos del 1% de la demanda mundial de crudo actual.

Efecto desinflacionario

El resultado estimado de este panorama es una pequeña caída -de entre tres y cuatro dólares por barril de Brent- en el precio del crudo en 2030 por el uso de la IA.

Esto representa una prolongación de las enormes mejoras de productividad observadas en las últimas décadas en el sector del fracking, según Goldman Sachs, y tendría un efecto desinflacionario.