El ganadero Óscar Trancamilla, de 64 años, aún lamenta la pérdida de 300 vacas el año pasado debido a una sequía que azotó su campo en el departamento de Lihuel Calel, al sur de La Pampa.
Un año de pérdidas
La tragedia comenzó cuando el Senasa inició la vacunación contra la aftosa en la región, coincidiendo con un periodo de escasas lluvias y la consiguiente falta de pasto.
Las vacas, debilitadas por la falta de alimento, no resistieron la vacunación y comenzaron a morir.
Trancamilla, quien posee un campo de 3500 hectáreas llamado "La Lucha", normalmente tiene entre 800 y 1000 animales, pero la sequía le hizo perder aproximadamente 300 vacas, lo que representa una pérdida de cerca de $180 millones.
Situación crítica
La sequía no solo afectó a Trancamilla. Más de 5000 vacas murieron en la región y 40 productores abandonaron la actividad.
El régimen de lluvias normales en esa zona es de 650 o 700 mm al año, pero en 2023 apenas alcanzaron los 300 mm en algunos lugares, lo que provocó la escasez de pasturas.
La situación se agravó por el mal estado de los caminos rurales, que dificultó el traslado de los animales y el suministro de alimentos.
Esperanza en el futuro
A pesar de las pérdidas, Trancamilla no pierde la esperanza. Ha podido salvar a algunos terneros y vacas que ubicó en otros establecimientos.
Este año, espera vender parte de su ganado para evitar mayores pérdidas y continuar con su actividad.
La cría de una vaca lleva alrededor de tres años, por lo que es un proceso largo y costoso.
Trancamilla también está considerando trasladarse él mismo, ya que vive de la ganadería.
Solidaridad entre productores
Ante la difícil situación, los productores de la región han mostrado solidaridad, intercambiando rollos y maíz para evitar una catástrofe mayor.
Las autoridades provinciales también han gestionado alimento balanceado para facilitar la situación de los ganaderos.