El auge de Alvise Pérez y su movimiento iliberal en España
La entrevista que EL PAÍS publica hoy con el activista en redes sociales Alvise Pérez, líder de la agrupación de electores Se Acabó la Fiesta, es una exigencia informativa derivada de los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo del pasado 9 de junio, en las que obtuvo tres escaños y 800.000 votos. Acercarse a esta realidad para conocerla y entenderla, en vez de ignorarla como si no existiera, es un compromiso ineludible del periodismo.
Un discurso tóxico
Gran parte del discurso de Alvise obedece a tópicos trillados, infundios y deformaciones consustanciales al creciente movimiento iliberal que se desarrolla no solo en España. Buena parte de sus acusaciones carecen de respaldo documental fiable o evidencia material alguna, pero sí sirven para radiografiar la estrategia de erosión de la confianza en el sistema democrático y en la misma Unión Europea.
El objetivo: Apelar a las falsas soluciones
El fin último de este discurso es apelar a un repertorio alternativo de falsas soluciones a problemas reales y complejos. No existe una fórmula mágica para aproximarse a una realidad que está condicionando las democracias en muchos países, pero para los medios de comunicación, el interés que debe prevalecer por encima de cualquier otro es el derecho a la información.
El compromiso de EL PAÍS
EL PAÍS ha querido formularle a Alvise Pérez las preguntas imprescindibles para saber si estamos ante un fuego de artificio electoral a rebufo de la corriente iliberal en curso o ante un fenómeno con algún recorrido. Con estas premisas, fuimos a entrevistar al cabeza de lista que ha conseguido esos 800.000 votos pregonando esa realidad alternativa.
Una entrevista tensa
El autor de la entrevista reconoce que no fue fácil su desarrollo, enfrentado permanentemente al dilema de dejar sin respuesta acusaciones infundadas contra numerosas instituciones y personas, también este periódico, o convertirlo todo en un debate sin fin. Alvise tiene un tono sereno, con un evidente dominio de la comunicación, y se despidió del periodista sin mostrar disgusto por la entrevista. Incluso se comprometió a retirar las amenazas a un redactor de EL PAÍS y a su familia vertidas por sus seguidores en su canal de Telegram, después de que él difundiera su fotografía.
Amenazas y ultimátums
Sin embargo, pocas horas después, empezó a verter amenazas y a lanzar ultimátums contra este diario en las redes sociales, pretendiendo imponernos el ritmo de publicación. EL PAÍS no ha cambiado un ápice su posición: decidió hacer la entrevista y la publica de acuerdo con sus criterios periodísticos. Al elefante en la habitación no hay que ignorarlo, sino mirarlo a los ojos.