El Fonoll, un pueblo medieval de la provincia de Tarragona, se ha convertido en un refugio para el naturismo. Desde 1998, este lugar ha sido transformado en una comunidad para quienes buscan experimentar la armonía con la naturaleza. Emili Vives y Núria Espinal, los fundadores de El Fonoll, han creado un lugar único donde el hecho de ir vestido está prohibido y las normas de convivencia se basan en el respeto mutuo y la sencillez.
El naturismo como forma de vida
El naturismo es una filosofía que promueve la vida en armonía con la naturaleza. En El Fonoll, esta filosofía se vive plenamente. La convivencia desnuda es una práctica habitual, siempre que el clima lo permita. Además, existen más de 30 reglas que deben cumplir los visitantes, todas ellas orientadas a mantener el respeto y la armonía dentro de la comunidad.
Un pueblo con historia y encanto
El Fonoll fue fundado en el siglo XIV y llegó a tener una población de más de 100 habitantes. Sin embargo, en los años 50, el pueblo quedó abandonado. En 1998, Emili Vives y Núria Espinal decidieron revivir este lugar y convertirlo en un pueblo naturista. El proceso de reconstrucción duró ocho años, pero el resultado es un pueblo con todas las comodidades necesarias para vivir y disfrutar de la naturaleza.
Un lugar para conectar con la naturaleza
En El Fonoll, el contacto con la naturaleza es constante. El pueblo está rodeado de montes de pinos, olmos y fresnos, y el aire es limpio y puro. La vida allí es sencilla y austera, y los habitantes procuran comer alimentos ecológicos cultivados en su propio huerto. La convivencia es casi obligatoria, y tanto Emili Vives como sus voluntarios organizan actividades de lunes a domingo, como caminatas y festejos para celebrar la vida.
Un refugio para el respeto y la libertad
El Fonoll es un lugar donde no se puede aparentar lo que no se es. La privacidad es uno de los bienes más preciados por la comunidad, y las fotografías están prohibidas. Sin embargo, los visitantes pueden hacer una foto de recuerdo en grupo, siempre y cuando todas las personas implicadas den su consentimiento. El público de El Fonoll es muy variado, y vienen personas de todas partes del mundo. El respeto a todas las ideologías es fundamental, y Emili Vives asegura que 'lo único que no dejamos es que vengan predicadores o gente que come el coco'.
El Fonoll es un lugar único que ofrece una experiencia de vida diferente. Es un refugio para el naturismo, el respeto y la libertad, donde las personas pueden conectar con la naturaleza y consigo mismas.