El futuro de la línea 7B de Metro en San Fernando de Henares pende de un hilo
La Comunidad de Madrid, presidida por Isabel Díaz Ayuso, no puede confirmar la reapertura del tramo de tres estaciones de la línea 7B de Metro que lleva cerrado casi dos años tras los daños ocasionados en el subsuelo del municipio de San Fernando de Henares. Así lo ha anunciado el consejero de Vivienda, Transportes e Infraestructuras, Jorge Rodrigo, quien ha precisado que también se cerrará temporalmente el tramo de la línea que actualmente está operativo entre las estaciones de Estadio Metropolitano y San Fernando, previsiblemente en verano y durante siete meses, para realizar obras de mejora.
Estas decisiones evidencian la difícil situación de una línea de metro que fue inaugurada en 2007 por el gobierno de Esperanza Aguirre de forma apresurada, justo antes de las elecciones autonómicas, y que ha marcado para siempre la vida de casi 200 vecinos de San Fernando (40.000 habitantes), quienes han perdido sus casas como consecuencia de las obras del suburbano. Desde ahora, el futuro uso de la línea está rodeado de incertidumbre.
"Tras el verano, acondicionaremos las vías", explicó Rodrigo durante un encuentro con periodistas. "Invertiremos 28,2 millones de euros en el tramo específico, con unas obras que tienen un plazo de ejecución de siete meses", añadió. "Próximamente, tendremos que invertir en el tramo que actualmente está abierto, desde el Metropolitano a San Fernando, para mejorarlo", detalló, advirtiendo que esta intervención implicará su cierre temporal.
"Una vez finalizadas estas actuaciones, en el medio o largo plazo, debemos valorar si se cumplen todos los estándares técnicos de seguridad para [re]abrir [el tramo de tres estaciones actualmente cerrado] de la línea 7B de Metro", admitió Rodrigo. "No hay fecha. No puedo asegurar que vaya a volver a funcionar. Cuando llegue el momento, decidiremos si vuelve a funcionar o no. No hay plazo específico para la futura reapertura o no de la línea, porque lo desconocemos".
El origen del problema
Tras nueve cierres en apenas 15 años de vida, el tramo final de la línea 7B lleva sin ver pasar un tren desde agosto de 2022, lo que supone más de 1.000 días sin prestar servicio. La causa de esta pesadilla se encuentra bajo tierra. En 2007, las obras del túnel del metro facilitaron la entrada de agua en el subsuelo, que entró en contacto con terrenos solubles ricos en sales. Los problemas no tardaron en aparecer.
El mismo año de la inauguración de la línea 7B, en 2007, los gestores de la infraestructura detectaron "diversas patologías relacionadas con una anómala y creciente entrada de agua de elevada conductividad" en un pozo de bombeo situado entre las estaciones de San Fernando y Henares. Apenas seis meses después, otro informe advertía a la Comunidad del "consiguiente riesgo de colapsos en el túnel de metro y las edificaciones del entorno". En 2009, un tercer informe alertó de la "extrema urgencia" de actuar por este motivo.
Ya en 2010, cuando los problemas en las casas de los vecinos comenzaban a ser evidentes, un documento detallaba que "la construcción del túnel y su posterior drenaje comenzaron a movilizar el flujo de agua subterránea e iniciaron un progresivo proceso de disolución del terreno, en concreto y preferentemente, de los niveles salinos existentes". "En este tipo de terreno, el movimiento de agua implica capacidad de disolución", subraya el documento, en referencia a los cambios en el terreno que afectan a la cimentación de los edificios.
Graves consecuencias
Finalmente, en el verano de 2022, la memoria justificativa de las obras que mantienen cerrado un tramo de tres paradas de la línea 7B concluyó: "La confluencia de estos factores que provocan daños muy graves como consecuencia del movimiento del terreno con un desarrollo muy rápido requiere una actuación global de emergencia". "La anchura aproximada de algunas grietas en los edificios alcanza los 10 centímetros (...). Esta categoría implica peligro de inestabilidad estructural con el consiguiente peligro grave de daños a los edificios y a las personas".
Tras años de discusiones, el gobierno de Ayuso, que ha invertido más de 70 millones de euros en intentar solucionar el problema, admitió que el origen de los problemas en las viviendas, llenas de grietas y crujidos, con puertas y ventanas que no encajan, se debía a las obras del Metro. Como consecuencia, ya se han derribado 41 viviendas y próximamente se derribarán otras 14. A ellas se sumarán otras 18, hasta un total de 73. Un drama que ha obligado a desalojar 87 viviendas, según la Comunidad, y a 183 personas, según el Ayuntamiento.
Infraestructuras fantasma
Todo ello ha llevado a que nadie pueda asegurar ahora que la obra inaugurada por Aguirre vaya a servir para algo. Transportes ya no puede garantizar que la línea 7B de Metro vuelva a funcionar, por lo que corre el riesgo de unirse a la lista de infraestructuras fantasma que pueblan la región. Entre ellas destacan el tren que debía unir Móstoles con Navalcarnero, que se quedó a medio construir tras gastar cientos de millones de euros; la carretera MP-203, completada a falta de unos metros y por la que nunca ha circulado ni un solo vehículo; o el clausurado tren de San Martín de la Vega.