Madrid, donde el lujo de una piscina depende del código postal

En el centro de Madrid, encontrar una piscina comunitaria es como buscar un oasis en el desierto. En cambio, en la periferia, especialmente hacia el norte, abundan como estrellas en el cielo nocturno. Este es el Madrid de las piscinas comunitarias, las de las urbanizaciones, que tiñe el mapa de azul en distritos como Chamartín y Fuencarral-El Pardo, y en los de construcción más reciente, como el Ensanche de Vallecas. En el otro extremo, el centro y los barrios del suroeste presentan un árido panorama naranja, donde se asientan barrios más humildes y con edificios antiguos.

Desigualdad en el acceso al agua

La capital cuenta con 2.761 piscinas comunitarias, según datos municipales. El barrio con más piscinas por habitante es Nueva España, en Chamartín, con una piscina por cada 201 vecinos. En el extremo opuesto, Vista Alegre, en Carabanchel, tiene una piscina por cada 7.900 vecinos. Y en San Diego, Puente de Vallecas, hay una única piscina comunitaria para los 45.000 residentes del barrio.

Madrid ha inaugurado dos nuevas piscinas municipales en los últimos meses, en Barajas y Tetuán, pero esto no ha aliviado la situación: con estas dos nuevas incorporaciones, solo hay 24 piscinas públicas para una ciudad de 3,2 millones de habitantes, es decir, una piscina por cada 146.500 personas. Además, están desigualmente repartidas: cinco de los 21 distritos carecen de ellas (Centro, Retiro, Salamanca, Chamartín y Chamberí).

El deterioro de las instalaciones

Las piscinas municipales de Madrid tienen una edad media de 40 años, y su deterioro es evidente. El Ayuntamiento ha invertido 44 millones de euros en reformas desde 2019, pero aún quedan muchas por hacer. Este verano, varias piscinas han permanecido cerradas por obras: Peñuelas (Arganzuela), Vicente del Bosque (Fuencarral-El Pardo), Luis Aragonés (Hortaleza) y Vallecas (Puente de Vallecas).

El oasis de las urbanizaciones

En las zonas de expansión de Madrid, conocidas como PAU (Programas de Actuación Urbanística), las piscinas comunitarias son una seña de identidad. En el barrio de Buenavista, en Carabanchel, hay una piscina por cada 646 habitantes. En Vista Alegre, el barrio adyacente, la cifra desciende a una piscina por cada 7.900 vecinos. En el sureste, el Ensanche de Vallecas cuenta con 116 piscinas, una por cada 460 habitantes.

El agua como factor de cohesión social

Las asociaciones vecinales llevan años denunciando la falta de piscinas públicas. Para ellas, es una cuestión de justicia social: "El modelo de Madrid está encaminado a que tengamos piscinas privadas. En la situación climática en la que nos encontramos, sería lógico invertir en más espacios públicos que actúen como refugio, especialmente para las personas con menos recursos", afirmaba Enrique Villalobos, presidente de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid.

Las piscinas no son solo un lugar para refrescarse, sino también un factor de cohesión social, especialmente para quienes viven solos en las grandes ciudades. "Deben ser inclusivas y acoger a diferentes perfiles, para que puedan constituir un lugar en el que construir redes de apoyo", señala Ana Terra Amorim-Maia, ingeniera ambiental e investigadora del Basque Centre for Climate Change.

El impacto en la salud

El urbanismo también puede afectar a la salud mental. Durante las olas de calor, el riesgo de suicidio aumenta un 18% y también suben los ingresos hospitalarios en psiquiatría, según un estudio publicado en EL PAÍS.

En este escenario de pocas posibilidades de baño, a menudo surgen tensiones para conseguir entradas. El año pasado, un grupo de padres del distrito de Arganzuela fue acusado de acaparar todas las entradas del centro deportivo público del barrio. Este año, sin embargo, no hay ese problema porque esa piscina fue una de las que cerró por obras.

Las piscinas, un tesoro para las familias con niños

Para las familias con niños, tener una piscina en la urbanización es un tesoro. "La piscina te permite socializar y llevarte muy bien con otros vecinos", comenta Juan F., vecino de 41 años en una urbanización del Ensanche de Vallecas. "Yo no la uso mucho, pero es verdad que a mis hijos les encanta, así que eso te obliga a bajar más y al final la acabas disfrutando porque supone una actividad más que compartir con ellos".

El centro de Madrid, una estepa acuática

El centro de Madrid es prácticamente una estepa acuática. En todo el barrio de Palacio solo hay una piscina solitaria en la calle Segovia, y en el de Justicia, hay dos. La trama habitual de los centros de las ciudades, con menos espacio y construcciones más antiguas, explica esta escasez. La mala noticia para los vecinos de esta zona es que tampoco disponen de ninguna instalación pública.

La vulnerabilidad económica y el acceso al agua

La vulnerabilidad económica también influye en el acceso al agua. En España, uno de cada tres hogares con menores no puede permitirse ni una semana de vacaciones al año, según la última Encuesta de condiciones de vida del Instituto Nacional de Estadística. Desde que empiezan a subir las temperaturas, las fuentes del parque de Madrid Río se llenan de pequeños y mayores que juegan con los chorros para sobrellevar el calor. Es la manera que tienen muchas familias humildes de Madrid de refrescarse.