Carles Puigdemont y su huidizo legado: El declive de una leyenda
El relato de Carles Puigdemont, ex presidente de Cataluña, como un outsider o marginado del sistema político ha quedado en entredicho. A pesar de presentarse como un rebelde periférico a la élite, Puigdemont ha sido parte esencial del establishment, ocupando cargos como alcalde, diputado autonómico, presidente de la Generalitat y eurodiputado.
Las paradojas de Puigdemont
Puigdemont ha combinado hábilmente su imagen de marginado con la de líder político. Ha cultivado una retranca táctica para convertir su exilio en un símbolo de resistencia, a la vez que se autoproclamaba "president legítim" pese a haber votado a sus sucesores.
Su discurso ha oscilado entre la defensa de las instituciones catalanas y el desprecio hacia ellas, como demuestra su contraprogramación a la investidura de Salvador Illa. Esta ambigüedad le ha permitido atraer a diversos sectores del independentismo.
La herencia de Houdini
Puigdemont ha heredado la habilidad táctica del mago Houdini, adaptándose a los cambios de situación con vericuetos retóricos. Su dominio de los límites legales e ilegales, como lo hiciera el bandolero Perot Rocaguinarda, le ha permitido sortear numerosos obstáculos.
Ha recurrido a la técnica del "enemigo externo", demonizando a Mariano Rajoy y presentándolo como el obstáculo al diálogo. También ha utilizado lemas propagandísticos para crear una división entre "nosotros" y "ellos", apelando a un sentimiento de superioridad moral.
El declive del mito
El final de la leyenda Puigdemont parece inminente. Su regreso, anunciado como una palanca electoral, se ha convertido en una promesa incumplida. La unidad independentista, que esgrimía como un señuelo, ha quedado desarticulada ante su última procesión contra el pacto entre republicanos y socialistas.
El declive de Puigdemont rubrica el fracaso del procés, un movimiento que ha sembrado división y crispación en Cataluña. Su historia, marcada por el engaño y la manipulación, sirve como ejemplo de los peligros del populismo y la demagogia.