¿De dónde viene la costumbre de «tocar madera» para evitar la mala suerte?

En el imaginario colectivo, la frase «toco madera» resuena como un escudo contra el infortunio, una práctica tan arraigada que a menudo se ejecuta de manera casi inconsciente. Pero, ¿alguna vez te has detenido a considerar el origen de este curioso hábito? Cristian Elizalde (El Imparcial, 2024) explora las raíces históricas y culturales de esta superstición.

«Tocar madera» es una expresión popular que se utiliza para prevenir que la buena suerte se torne adversa, como si al verbalizar nuestros logros o anhelos estuviéramos desafiando al destino. La acción de tocar madera funciona, entonces, como un ritual preventivo para mantener alejadas las calamidades.

Orígenes ancestrales de la superstición

Esta creencia se hunde en las profundidades del tiempo, dando lugar a diversas teorías sobre su génesis:

  • Culturas antiguas: En sociedades como la celta, se creía que los árboles eran morada de espíritus y deidades. Tocar la madera de un árbol era, por lo tanto, una forma de comunicarse con estos seres protectores o solicitar su auxilio.
  • Antigua Grecia y Roma: Se pensaba que los dioses residían en los árboles, y el acto de tocar madera se vinculaba con la invocación de la protección divina o el agradecimiento por su intervención.
  • Cristianismo primitivo: La tradición se asoció con la cruz de madera donde Jesucristo fue crucificado. Tocar madera evocaba un poder superior y se convertía en un símbolo de protección.

La persistencia de la costumbre en la modernidad

Aunque la creencia literal en espíritus arbóreos o supersticiones ha disminuido, el gesto de «tocar madera» persiste como una costumbre cultural arraigada. Forma parte del lenguaje cotidiano y posee un valor simbólico profundo: expresa el deseo de que la fortuna continúe favoreciéndonos o que la desgracia no nos alcance.

Como señala Cristian Elizalde (El Imparcial, 2024), incluso en otros idiomas existen expresiones similares. En inglés, por ejemplo, se dice «knock on wood», con la misma intención de conjurar la mala suerte.

¿Por qué seguimos tocando madera?

La perdurabilidad de esta costumbre plantea una interrogante: ¿por qué, en pleno siglo XXI, continuamos aferrándonos a este gesto supersticioso? La respuesta podría residir en la función psicológica que cumplen estos rituales.

Según algunos expertos, «tocar madera» nos brinda una sensación de control ante la incertidumbre. En un mundo impredecible, estos pequeños actos nos ofrecen una apariencia de seguridad, aunque sea meramente simbólica.

El poder psicológico de los rituales

En esencia, «tocar madera» se convierte en una forma de afrontar la ansiedad que genera la incertidumbre. Al realizar este gesto, experimentamos una ilusión de control, como si pudiéramos influir en el curso de los acontecimientos. Este efecto psicológico, aunque sutil, puede ser suficiente para brindarnos una sensación de calma y confianza.

La práctica de «tocar madera» también puede considerarse una forma de pensamiento mágico, donde creemos que nuestros actos pueden influir directamente en el mundo que nos rodea. Si bien la ciencia moderna rechaza esta idea, el pensamiento mágico sigue presente en nuestras vidas, manifestándose en diversas supersticiones y rituales.

Implicaciones sociales y culturales

Más allá de su función individual, «tocar madera» también cumple un papel social. Al compartir esta costumbre con otros, reafirmamos nuestra pertenencia a un grupo cultural y fortalecemos los lazos comunitarios. Estos rituales compartidos nos brindan un sentido de identidad y conexión con el pasado.

En conclusión, la costumbre de «tocar madera» es mucho más que una simple superstición. Es un vestigio de antiguas creencias, un mecanismo psicológico para afrontar la incertidumbre y un elemento cohesionador de nuestra cultura. Aunque no creamos literalmente en espíritus de árboles o poderes mágicos, este gesto persiste como un recordatorio de nuestra necesidad humana de encontrar significado y control en un mundo impredecible.