50 años del primer atentado indiscriminado de ETA: el rastro desaparece en el centro de Madrid
El 13 de septiembre de 1974, ETA perpetró el primer atentado indiscriminado de su historia en la calle del Correo, en pleno centro de Madrid. La explosión de la cafetería Rolando cobró la vida de 13 personas e hirió a otras decenas.
Medio siglo después, no queda ni una placa ni un memorial que recuerde a las víctimas.
El tramo de apenas 50 metros de la calle del Correo, junto a la Puerta del Sol, ha sido testigo de grandes cambios en las últimas cinco décadas. Los antiguos locales han dado paso a tiendas de souvenirs y franquicias de comida rápida, y el bullicio turístico ha borrado casi por completo el rastro de la tragedia.
En el lugar donde estaba la cafetería Rolando, hoy se encuentra la parrilla argentina La Adriana. Su dueño, Ángelo, cuenta que los anteriores dueños le hablaron de lo sucedido aquella noche. Según le dijeron, ETA puso la bomba en ese lugar porque era la cafetería donde iban a comer los policías de la Dirección General de Seguridad (DGS), que estaba justo enfrente.
En las plantas superiores del edificio donde estaba la cafetería, funciona el hostal Riesco. En su página web se reconstruye la historia del edificio desde el siglo XVI hasta la actualidad, pero sin mencionar el atentado.
En la contigua Plaza de Pontejos, un grupo de mujeres septuagenarias pasa la tarde. Ninguna de ellas recuerda el atentado. “Creía que hablabas de lo de los abogados de Atocha”, dice una, refiriéndose al atentado de 1977 en el que cinco abogados laboralistas fueron asesinados por terroristas de extrema derecha.
Gloria, una mujer de 60 años, tampoco recuerda el atentado. “Yo me acuerdo del que viví yo; cada uno recuerda las bombas que vivió, de las que escapó, la que no le tocó por los pelos”. El atentado que ella recuerda es el de la glorieta de López de Hoyos, en 1993, en el que ETA estalló un coche bomba contra una furgoneta en la que iba personal militar y mató a siete personas.
El coche de Gloria fue el último en pasar antes de la explosión. “Ese método, el de los atentados con coches bomba, lo había perfeccionado la banda desde mediados de los ochenta, con decenas de muertos a su paso”, explica.
“La gente de 45 años para arriba seguimos pensando en atentados; una vez que oyes el ruido de una bomba no se te olvida nunca”, dice Gloria. “Cuando mis hijos eran pequeños, nosotros íbamos por la calle y yo no los dejaba tocar mochilas, no los dejaba tocar coches, porque podrían ser coches bomba”.
Por la conmemoración del 50º aniversario del atentado, en la Real Casa de Postas, a pocos metros del lugar de la explosión, se ha instalado una exposición con 50 fotografías. La muestra, organizada por la Fundación Víctimas del Terrorismo, la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Madrid, en colaboración con la agencia Efe, pretende “mitigar el sentimiento de víctimas olvidadas entre supervivientes y familiares de los fallecidos”.
En la inauguración de la exposición, el presidente de la fundación, Juan Francisco Benito Valenciano, lamentó que el caso fuera archivado en la amnistía de 1977 y que los asesinos hayan vivido siempre en la impunidad.
A las puertas de la exposición, un guardia civil indica el lugar del atentado a los visitantes que se lo preguntan. “Yo pienso que se tiene que recordar; una cosa es que se amnistió, porque acabó el franquismo, hubo una amnistía general, a ellos ni se les llegó a juzgar, pero otra cosa es que no se tenga que recordar”.
El olvido y la impunidad
El atentado de la calle del Correo fue el primero de una larga serie de atentados indiscriminados que ETA perpetró a lo largo de su historia. El más grave de todos fue el atentado de Hipercor de Barcelona, en 1987, en el que murieron 21 personas.
A pesar de la gravedad de los atentados, muchos de los responsables nunca fueron juzgados. La amnistía de 1977, aprobada tras la muerte de Franco, impidió que se abrieran procesos judiciales contra los miembros de ETA que habían cometido delitos antes de esa fecha.
En los últimos años, la Fundación Víctimas del Terrorismo ha trabajado para lograr la reapertura de algunos de estos casos. En 2017, consiguió que la Audiencia Nacional reabriera el caso del atentado de Hipercor, pero la investigación sigue abierta.
El olvido y la impunidad han sido una constante en la historia de ETA. A pesar de que la banda terrorista anunció su disolución en 2018, las víctimas de sus atentados siguen luchando por la justicia y el reconocimiento.