Isabel, víctima de una estafa romántica, pierde 22.000 euros

Isabel, una mujer de 74 años, cayó en las redes de un estafador que se hizo pasar por un caballero francés llamado Nicolas. La historia de amor ficticia, que comenzó en Instagram y se desarrolló a través de WhatsApp, duró cuatro meses y le costó a Isabel 22.000 euros.

El comienzo de una ilusión

Nicolas contactó a Isabel por Instagram y rápidamente se ganó su confianza con halagos y promesas de amor eterno. La mujer, que se sentía sola tras la muerte de su esposo dos años antes, se dejó llevar por la ilusión de una nueva relación.

La trampa económica

A las dos semanas de iniciado el romance virtual, Nicolas le anunció a Isabel que su padrino había fallecido en Malí y que necesitaba dinero para viajar allí. Isabel, conmovida por la historia, le transfirió 800 euros. A partir de ese momento, las peticiones de dinero se hicieron cada vez más frecuentes y urgentes.

Una historia cada vez más surrealista

Las supuestas desventuras de Nicolas en Malí se fueron volviendo más inverosímiles con el paso del tiempo. Fue detenido por comprar un collar para Isabel, tuvo un enfrentamiento con la familia de su padrino y recibió un falso reconocimiento de deuda.

El desenlace

El hijo de Isabel descubrió las transferencias y alertó a su madre de que podría tratarse de una estafa. Nicolas, imperturbable, siguió jurando que le devolvería el dinero. Sin embargo, Isabel ya no le creyó y denunció el caso a la policía.

Una investigación sin resultados

Las conversaciones de WhatsApp entre Isabel y Nicolas no fueron suficientes para que un juzgado de Barcelona investigara la denuncia. El magistrado rechazó la petición de los Mossos d'Esquadra de acceder a la documentación bancaria.

El estafador tras la máscara

La foto que Nicolas utilizaba en su perfil de Instagram pertenecía a Flavio Montrucchio, un actor y presentador de televisión italiano. El estafador o estafadores que se esconden tras ese perfil utilizaron a Montrucchio como cebo para fabular una relación con Isabel y, según ha podido constatar El País, con otras mujeres en situación de fragilidad emocional.