El Debate Parlamentario en Gambia Sobre la Mutilación Genital Femenina

En un giro sin precedentes en la lucha contra la mutilación genital femenina (MGF), Gambia se enfrenta a la posibilidad de revertir su prohibición existente sobre esta práctica controvertida. En una sesión parlamentaria reciente, legisladores gambianos han frenado, por el momento, una propuesta de ley que buscaría derogar la prohibición impuesta en el año 2015 sobre la MGF, una intervención que implica la eliminación parcial o total de los genitales externos femeninos. Activistas y grupos defensores de los derechos de las mujeres en la nación mayormente musulmana han advertido que retroceder en esta prohibición podría desmoronar años de progreso en la erradicación de un rito efectuado con la creencia errónea de que controla la sexualidad femenina.

La Defensa de los Derechos de las Mujeres en Juego

La fundadora de Safe Hands for Girls, Jaha Dukureh, quien ha vivido la amarga experiencia de la MGF y ha sido testigo de la muerte de su hermana debido a sus consecuencias, teme que si la ley es derogada, puedan seguir derogaciones de otras leyes claves que protegen los derechos de las mujeres en Gambia. Tales preocupaciones son compartidas por personalidades como Geeta Rao Gupta, enviada estadounidense para asuntos globales de mujeres, y Anna Njie, presidenta de la asociación local de abogadas femeninas.

¿Qué Argumentos Presentan los Conservadores Religiosos?

El proyecto de ley cuenta con el respaldo de conservadores religiosos en Gambia, quienes lo justifican como una medida para preservar la 'pureza religiosa' y 'salvaguardar normas y valores culturales'. El órgano supremo islámico del país incluso ha llegado a describir la práctica como 'una de las virtudes del Islam', contrariamente a informes de la UNFPA y la ONU que afirman que ningún texto religioso promueve ni condona la mutilación genital femenina.

Repercusiones de la MGF y Apoyo Internacional

UNICEF indica que unos 30 millones de mujeres a nivel mundial han sufrido la MGF en los últimos ocho años. Las consecuencias de esta práctica no solo incluyen la posibilidad de hemorragias graves y la muerte, sino también infecciones del tracto urinario, problemas menstruales, dolor, disminución de la satisfacción sexual y complicaciones en el parto, así como la depresión, la baja autoestima y el trastorno de estrés postraumático. Mientras tanto, Estados Unidos ha mostrado su apoyo a las activistas que luchan por detener la práctica en Gambia, honrando recientemente a la activista Fatou Baldeh en la Casa Blanca.

La comunidad internacional y diversos sectores nacionales mantienen la mirada atenta sobre la decisión final de Gambia, conscientes de que un revés en la legislación no solo podría impactar negativamente en los derechos de las mujeres y niñas en Gambia sino establecer un preocupante precedente en el plano mundial.