La alianza estratégica entre el PSC y Pedro Sánchez: una historia de interdependencia
La indiscutible victoria del PSC en las elecciones del 12-M no podría entenderse sin la apuesta por la distensión de Pedro Sánchez en Cataluña. Pero tampoco la trayectoria política del presidente del Gobierno habría sido la misma sin el PSC. Sus destinos han estado entrelazados desde aquel "Pedro, ¡líbranos de Mariano Rajoy!" pronunciado por Miquel Iceta en 2016 y el "no es no" de los diputados catalanes en la investidura del líder del PP.
Aquella crisis, la más grave en las relaciones entre el PSOE y el PSC desde 1978, dio paso a una renegociación de su convivencia. Siete años después, el PSC se erige como el principal baluarte del PSOE, un partido que ha atravesado momentos difíciles.
Un camino marcado por los retos
El PSC sabe lo que es atravesar el desierto y afrontar movimientos traumáticos. En 2013, los socialistas catalanes abandonaron el derecho a decidir y, liderados por Miquel Iceta, optaron por encauzar su debate territorial a través de la construcción de una España federal prevista en la Declaración de Granada.
En aquel momento, Alfredo Pérez Rubalcaba ocupaba el centro de la escena, un año después de haberse lanzado a la carrera por el liderazgo del PSOE frente a Carme Chacón. "No podíamos entregarle el partido al PSC", era una de las reflexiones que se hacían en su entorno.
El ascenso del PSC en el seno del PSOE
La influencia del PSC dentro del PSOE dio un salto definitivo a raíz de las primarias de 2017, cuando los catalanes fueron decisivos para que Pedro Sánchez derrotara a Susana Díaz. Ese histórico 39º Congreso supuso que el PSOE abrazara el reconocimiento de la plurinacionalidad del Estado y, poco después, en plena escalada independentista, apoyara la aplicación en Cataluña del artículo 155 de la Constitución de la mano del Partido Popular.
Situarse junto a Rajoy en aquel trance permitió a Sánchez enfundarse el traje de hombre de Estado antes de llegar a La Moncloa y recolocarse en la centralidad, una operación que, nuevamente, habría sido imposible sin la complicidad de Iceta. Así lo reconoció Sánchez el viernes en el último acto de la campaña electoral: "Sabemos de dónde venimos, ¿verdad, Miquel?".
Una alianza fructífera
Desde entonces, ambos han transitado por la mesa de diálogo con la Generalitat, que en 2020 permitió a Sánchez alcanzar la presidencia del Gobierno; la renovación del liderazgo en Cataluña con Salvador Illa en plena pandemia; los indultos a los líderes del procés meses después; y, a pesar de las reticencias de algunos sectores del PSC, la ley de amnistía que se tramita en las Cortes tras el acuerdo con Junts y ERC para volver a investir a Sánchez.
Ni Sánchez habría llegado a liderar a los socialistas ni el PSC habría alcanzado su actual posición sin esta alianza estratégica que ha demostrado ser beneficiosa para ambas partes.