Domuyo, un coloso de piedra y hielo en la Patagonia argentina, se erige como el techo del sur. Con una altura de 4.709 metros sobre el nivel del mar, esta imponente montaña es un desafío para los amantes del montañismo y un refugio para la biodiversidad.

El techo del sur: Domuyo, un gigante de la Patagonia

Ubicado en el norte de la provincia de Neuquén, Domuyo es más que una montaña; es un símbolo de la naturaleza salvaje de la Patagonia. Su nombre, que proviene del idioma mapuche, significa "que tiembla y rezonga", haciendo referencia a los geisers y pozos termales que se encuentran en sus alrededores, dándole un carácter único.

Geología y biodiversidad

Domuyo forma parte de la Cordillera del Viento, una cadena montañosa paralela a los Andes, conocida por sus fuertes vientos. Su geología es compleja, con formaciones rocosas que han sido esculpidas por el hielo y el agua durante millones de años. Estas formaciones crean un paisaje impresionante, con afilados picos, valles profundos y lagunas cristalinas.

La biodiversidad que rodea a Domuyo es igualmente notable. En sus laderas habitan cóndores andinos, pumas, zorros colorados y una gran variedad de aves altoandinas. La zona también es hogar de especies vegetales únicas, adaptadas a las duras condiciones de la montaña.

Ascenso al Domuyo

Ascender a la cima del Domuyo es una aventura desafiante pero gratificante. El camino comienza en el pueblo de Varvarco, conocido como "la puerta al Domuyo". Desde allí, un sendero rodeado de arroyos, formaciones rocosas y miradores conduce a El Playón, el punto de partida de la caminata.

  1. Primer campamento en Las Lagunitas: A 2.800 metros de altura, este campamento es esencial para la aclimatación antes de continuar.
  2. Pendientes de La Montura: Con inclinaciones de hasta 65 grados, este tramo pone a prueba la resistencia de los escaladores.
  3. La cumbre: A 4.709 metros, la vista panorámica desde la cima recompensa el esfuerzo, ofreciendo una postal inolvidable del vasto paisaje patagónico.

El ascenso al Domuyo no es para los débiles de corazón, pero para quienes lo logran, la experiencia es transformadora. Es un encuentro con la naturaleza en su estado más puro, una prueba de fuerza y resistencia, y un recuerdo que durará toda la vida.