El Fondo Monetario Internacional (FMI) advierte sobre los riesgos de reducir la jornada laboral, una medida que actualmente negocian sindicatos y empresarios en España. El FMI propone diseñar con cuidado esta reducción para mitigar su impacto a largo plazo en la producción y los ingresos de los trabajadores. El organismo pone como ejemplo el caso de Francia, del que extrae lecciones para España.

El caso francés: luces y sombras

Hace dos décadas, Francia implementó la semana laboral de 35 horas. En aquel momento, la economía francesa era menos flexible y dependía menos del sector servicios y las nuevas tecnologías. La reducción de la jornada se acompañó de una disminución proporcional de los salarios, excepto para los trabajadores que percibían el salario mínimo. Sin embargo, esta medida fue posteriormente modificada, lo que impide extraer conclusiones definitivas.

Según el FMI, la principal lección que España puede aprender de la experiencia francesa es que los trabajadores suelen asumir parte de los costes de la reducción de la jornada. "Incluso si los salarios no se reducen inicialmente, puede provocar años de moderación salarial", señala el informe del FMI.

En Francia, la participación de los salarios en el tamaño de la economía permaneció estable tras la reducción de la jornada, a pesar del aumento de los salarios por hora debido a las horas extra con un 25% de recargo. La moderación salarial, las reducciones de cotizaciones a la seguridad social y las ganancias de productividad neutralizaron el impacto de los mayores costes por la reducción de la jornada y el uso de más horas extra.

Aunque se preveía una reducción del 10% del tiempo trabajado, el tiempo trabajado efectivo se redujo entre un 4% y un 6% debido a las excepciones y la flexibilidad introducidas. También se liberalizaron los horarios de trabajo para ganar en productividad, lo que contribuyó a que los costes laborales no aumentaran significativamente.

Sin embargo, los salarios se congelaron en Francia debido al sobrecoste que suponían las horas extra. El FMI estima que hubo un periodo de uno a tres años sin incrementos salariales.

El caso español: diferencias y retos

En el caso de España, se pretenden dos objetivos: una reducción de la jornada laboral y un aumento del salario por hora, manteniendo el salario total percibido. Por el momento, no se han anunciado reducciones de cotizaciones que amortigüen el impacto.

El FMI considera posible que haya una moderación salarial durante un tiempo. "Es probable que los ingresos per cápita disminuyan a medio plazo, ya que las ganancias de productividad solo pueden compensar una pequeña fracción de la reducción del trabajo", señala el documento.

El FMI estima que, suponiendo que se compense la mitad de la reducción de la jornada, las horas efectivas caerían un 3%, lo que podría traducirse en una disminución de los ingresos per cápita del 2% al 3% si no se introducen otros cambios.

Para minimizar estos problemas y mejorar la posibilidad de que las ganancias de productividad atenúen estos cambios, el FMI recomienda que los sindicatos y los empresarios negocien cómo se desarrollará la reducción de la jornada, adaptándola a la diversidad de sectores y situaciones.

El gobierno español espera que esta negociación garantice una reducción flexible y gradual que permita lograr algunas ganancias de productividad. El FMI insiste en que esta iniciativa debería ir acompañada de moderación salarial y permitir la flexibilidad para maximizar las ganancias de productividad.

Otro aspecto del debate es el efecto sobre el empleo. La creación de empleo que podría generarse por la reducción de la jornada "no es clara y es probablemente pequeña, especialmente si la semana de trabajo se reduce sin reducir el salario", señala el FMI. Es decir, no se produce un reparto del trabajo como podría sugerirse al trabajar menos horas.

Los distintos estudios de la OCDE y el FMI sobre la reducción de la jornada en Francia han concluido que, en general, no se creó empleo. Sin embargo, tampoco se destruyó gracias a los cambios que la acompañaron.

Aunque hubo satisfacción con la mejora del tiempo de ocio, los trabajadores también mostraron cierto descontento por la peor evolución de los salarios, la intensificación de las tareas y el establecimiento de derechos en muchas empresas que permitían cambiar horas extra por días de vacaciones adicionales. Los trabajadores se quejaban de que no conseguían utilizar estos días libres a pesar de acumularlos.

Tras la aprobación de una directiva europea, las empresas francesas aprovecharon poco después para descontar los descansos o la formación de la jornada laboral. Por otra parte, el Estado tuvo que reducir las cotizaciones para compensar a las empresas por el aumento de los costes de las horas extra y para neutralizar el efecto sobre el salario mínimo, que finalmente subió. Todo ello provocó un importante aumento de los costes para las arcas públicas, que el FMI calcula en el 1% del PIB anual.

El FMI advierte que en España hay que tener cuidado con las consecuencias para el salario mínimo. Tras haber aumentado un 55% desde 2018, el organismo pide evitar que suba más como consecuencia de la reducción de la jornada.

En resumen

El FMI advierte sobre los riesgos de reducir la jornada laboral sin diseñar cuidadosamente sus consecuencias. El caso francés ofrece lecciones valiosas, pero también hay diferencias importantes con el caso español. El FMI recomienda una negociación flexible y gradual, moderación salarial y flexibilidad para maximizar las ganancias de productividad. El impacto sobre el empleo no está claro, pero es probable que sea pequeño. Se deben considerar cuidadosamente las implicaciones para el salario mínimo y la calidad de los servicios públicos.