La economía española se mantiene a la espera de los coletazos finales de la pandemia hasta 2025. Hasta el momento, la capacidad de recuperación del país ha sorprendido positivamente, anotándose un crecimiento del 2,5% el año pasado gracias a la buena marcha del mercado laboral —el número de ocupados creció en 783.000 personas en 2023—, un comercio exterior que resistió bastante bien en el primer semestre del año, aunque bajó el ritmo en la segunda mitad, y el impulso del gasto público. Sin embargo, este dinamismo no se ha vivido por igual en todas las actividades económicas.
Por el contrario, los fuertes shocks que sufrió el planeta en los últimos años a causa de la pandemia, la crisis energética derivada de la guerra en Ucrania y la crisis inflacionaria han tenido un impacto muy dispar en más de una veintena de sectores productivos. Y esta brecha no se eliminará por completo hasta entrado el próximo año, según el Observatorio Sectorial de Caixabank Research.
Situación económica en 2025
El informe, publicado este sábado, precisa que en ese año “la situación de la economía se asemejaría al periodo prepandemia, con crecimientos sostenibles y un comportamiento más homogéneo” entre todas las ramas de producción.
En los últimos cuatro años, el tejido productivo ha estado sometido a distintos shocks negativos tanto de oferta como de demanda. Primero fue la propagación del coronavirus y las consecuentes barreras a la libertad de circulación y comercio, que provocaron una caída instantánea de la producción de prácticamente todos los sectores. Después vinieron los cuellos de botella y el aumento sin precedentes del precio de la energía.
El efecto de ambos problemas fue la evolución al alza de los costes de producción, en particular para la industria química y de transformación de metales, así como para la producción de alimentos y el textil, dos áreas que hasta el día de hoy siguen muy lejos de los niveles de crecimiento del resto de ramas.
No obstante, la gradual absorción de estos shocks a lo largo de 2023 ha permitido que la evolución de los distintos sectores sea cada vez más homogénea, según destaca el informe de CaixaBank y se espera que en este año el ciclo de crecimiento sea más estable, aunque no será hasta 2025 cuando la dinámica termine por asemejarse al periodo prepandémico (2015-2019).
Por el momento, ya hay algunas señales positivas: la industria química y farmacéutica, el suministro de agua y el comercio minorista están mejorando y se prevé que crezcan en los próximos dos años. También mejoran muchas industrias lastradas por el repunte de los costes de los últimos años; en este punto de recuperación está la industria maderera, la papelera y la extractiva, así como el sector primario.
Las previsiones de los analistas apuntan a que para 2025, todos los sectores pasarán a crecer “a ritmos más acordes con su potencial”, siempre y cuando no se materialice algún otro shock que ponga entre las cuerdas la economía nacional.
De seguir por la senda actual, el Producto Interior Bruto (PIB) crecerá un 1,9% en 2024 y luego se consolidará en un 2,2% en 2025, según las últimas previsiones. En este bienio, la industria farmacéutica, el turismo, la construcción y el sector de la información y comunicación serán los grandes protagonistas, con un potencial de crecimiento de su valor agregado —VAB— que en el caso de las telecomunicaciones llegará al 6,5% este año y al 4,8% el próximo.
El turismo, que ya el año pasado se posicionó como gran motor de la actividad con una aportación al PIB de casi el 13% —máximo en la serie histórica— se beneficiará de la recuperación del poder adquisitivo de los principales países emisores de turistas a España, gracias a un descenso de la inflación y a un incremento moderado de los salarios. El observatorio precisa que “la mayor estabilidad geopolítica de España en relación con la de países competidores también seguirá jugando a favor del sector”, aunque “el débil crecimiento económico de la eurozona y una mayor disposición del turista español a viajar al extranjero serán factores que limitarán su expansión”. Por lo pronto, se espera que su aportación a la economía sea del 3,5% en 2024 y del 3% el año siguiente.
El crecimiento será igual para la hostelería, aunque esto supone un claro enfriamiento respecto al desempeño extraordinario de los últimos tres años —el VAB en ese periodo fue del 46,7%, 41,9% y 16%, según las estimaciones del observatorio—.
Aunque no hay ningún sector de actividad que vaya a registrar caídas, sí que habrá algunos que crecerán a un ritmo inferior al promedio de la economía. Entre ellos destacan algunas ramas industriales, como la textil y la papelera, que presentan unas tendencias menos favorables debido al elevado nivel de competencia internacional y a una presión de costes estructural respecto a estos rivales. Así, aunque el precio de la energía les dará un respiro, se prevé que los desafíos propios de la rama limiten su potencial. En concreto, se espera que las gráficas apenas repunten un 0,5% en los siguientes dos años, mientras que el textil y calzado lo hará solo un 0,7%.