El mercado laboral en España: luces y sombras según las estadísticas

La medición del mercado laboral es una tarea compleja y sujeta a debate. Las fuentes de información más utilizadas y contrastadas para su estudio son la Encuesta de Población Activa (EPA), elaborada por el Instituto Nacional de Estadística trimestralmente, y la estadística mensual de parados registrados, recopilada por el Servicio Estatal Público de Empleo (SEPE), que depende del Ministerio de Trabajo.

Discordancias entre EPA y SEPE

Sin embargo, los resultados de estas dos series, que emplean metodologías diferentes, a menudo muestran escenarios dispares, especialmente desde que el INE incorporó los datos del Censo de Población y Viviendas de 2021 a la EPA de los últimos tres años (frente al censo de 2011 que se utilizaba anteriormente). Esta actualización ha ampliado las últimas cifras de la serie de paro, mostrando un diferencial oculto de 870.000 personas desde 2018, según el Observatorio Trimestral del Mercado Laboral del primer cuatrimestre de 2024, elaborado por Fedea y presentado este lunes en Madrid.

La falta de convergencia en el número de parados ha aumentado, según el informe, debido a las diferencias en los comportamientos de los parados en función de su edad. "La discrepancia entre el desempleo de la EPA y el registrado entre los jóvenes se debe más a su no inscripción como demandantes de empleo que a su exclusión del paro registrado", señala uno de los apartados del informe, elaborado por Florentino Felgueroso, investigador de Fedea.

Según los datos analizados por el centro de estudios, financiado por grandes empresas españolas, mientras que solo un poco menos del 60% de los parados de entre 16 y 24 años declaran estar inscritos como demandantes de empleo, cerca del 90% de los mayores de 45 años acreditan estarlo. Este matiz es clave para entender la correlación cada vez menor entre los datos de ambas series.

Mientras que en las estadísticas del SEPE un parado se considera como tal siempre que esté inscrito como demandante de empleo en una oficina pública, para la EPA lo es si en la semana de referencia en la que se realiza la encuesta esa persona ha estado sin trabajo, disponible para trabajar y buscando activamente empleo, aunque para esto último no sea necesario estar inscrito en un centro de empleo.

El empleo irregular, un factor contaminante

Donde ambas estadísticas se alejan más es en el recuento de las personas que están trabajando. El informe de Fedea reconoce que la discrepancia entre las cifras de ocupados de la EPA y los afiliados a la Seguridad Social se interpreta "como un indicador del empleo irregular", es decir, de aquellas personas que reconocen estar trabajando pero no están dadas de alta.

Sin embargo, a esta contaminación se suma la procedente de otros grupos, como los empleados públicos, especialmente los afiliados a las mutuas de funcionarios, que no aparecen en las estadísticas de afiliación de la Seguridad Social; los trabajadores afiliados al antiguo sistema especial agrario, que se mantienen en alta aunque no trabajen; y los pluriempleados, que no siempre se recogen en la EPA.

Productividad: España mejora pero no lo suficiente

En la comparación internacional, España no sale reforzada a pesar del buen desempeño de la economía y la solidez del empleo a lo largo del año. Aunque los datos van en aumento -la productividad laboral por hora trabajada ha aumentado un 4,2% entre 2013 y 2023-, lo hace a un ritmo más lento que la media de la UE (5,5% en la zona euro).

"Aunque en los dos últimos años España se ha comportado mucho mejor que el resto de países europeos, eso no ha sido suficiente para acortar la diferencia que se había abierto en las últimas décadas", ha señalado Rafael Doménech, responsable de Análisis Económico de BBVA Research.

En los dos últimos años se ha producido una mejora de casi dos puntos en la productividad, gracias principalmente a la productividad interna, es decir, a la mejora de la productividad de cada sector. El comercio y la hostelería han aumentado su productividad, gracias en parte a las mejoras que implementaron durante el periodo de cierre por la COVID-19. La industria, por su parte, se ha visto afectada por la crisis energética y, tras reducir el empleo, se ha vuelto más productiva.

Sin embargo, la mayoría de los países europeos se vieron mucho más afectados por el aumento de los precios de la energía debido al mayor peso de la industria, por lo que perdieron productividad interna y permitieron a España intentar cerrar la brecha de productividad.

Conclusiones

La monitorización del mercado laboral en España presenta retos y discrepancias. Las diferencias metodológicas entre la EPA y el SEPE, así como la presencia de empleo irregular y otros factores contaminantes, dificultan una evaluación precisa.

España ha mejorado su productividad en los últimos años, pero aún queda camino por recorrer para alcanzar la media de la UE. La productividad interna ha contribuido a este crecimiento, pero la menor productividad en sectores como las TIC y las actividades inmobiliarias sigue siendo un lastre.

La evolución del mercado laboral en España debe analizarse con cautela y teniendo en cuenta las limitaciones de las diferentes fuentes de datos. Es necesario un enfoque integral que aborde la mejora de la empleabilidad, la reducción del empleo irregular y el aumento de la productividad para lograr un mercado laboral más sólido y justo.