El centro de Málaga: ¿Un barrio para turistas o para los malagueños?
El barrio de Lagunillas, a un paso del centro de Málaga, está sufriendo una transformación acelerada. En los últimos años, ha pasado de ser un barrio olvidado a acoger cientos de apartamentos turísticos, convirtiéndose en un caramelo para la especulación.
La gentrificación y la turistificación amenazan la identidad del barrio
La llegada masiva de turistas y la proliferación de apartamentos vacacionales están provocando la subida de los precios de los alquileres y la vivienda, expulsando a los vecinos de toda la vida y cambiando la identidad del barrio.
“El malagueño es ya una especie en extinción en la ciudad”, señala Matías Murillo, artista y arquitecto al frente del espacio cultural La Polivalente. “Es inevitable que la gentrificación y la turistificación acaben llegando aquí también”.
Los vecinos se resisten
Pero los vecinos de Lagunillas no se resignan a perder su barrio. Han creado asociaciones y colectivos para reivindicar sus derechos y luchar contra la especulación.
“Esta no es una zona tensionada, es lo siguiente”, subraya Curro López, presidente de la asociación de vecinos Lagunillas, en referencia a la oposición del Ayuntamiento a limitar los precios de alquiler en Málaga.
El Ayuntamiento apuesta por la peatonalización
El Ayuntamiento de Málaga, por su parte, ha anunciado un plan de peatonalización de varias calles de Lagunillas, con el objetivo de mejorar la accesibilidad y el atractivo turístico del barrio.
Sin embargo, los vecinos temen que esta medida sirva para acelerar el proceso de gentrificación y turistificación, encareciendo aún más los precios de la vivienda y los alquileres.
Un símbolo de resistencia
Lagunillas se ha convertido en un símbolo de la resistencia vecinal contra la especulación urbanística y el turismo masivo. Los vecinos del barrio han demostrado que no están dispuestos a dejar que su barrio se convierta en un parque temático para turistas.
“No hay nada imposible”, exclama Kike España, arquitecto, investigador y activista en La Casa Invisible. “Cada vez hay más voces escépticas ante el turismo. Es un modelo insostenible en lo social y lo medioambiental. Las normas pueden cambiar y hay que intentar que lo hagan”.