Los vorticistas en el restaurante de la Torre Eiffel: un retrato de la vanguardia modernista

En la primavera de 1915, un grupo de artistas británicos de vanguardia, conocidos como los vorticistas, se reunía en un lugar que, aunque sonaba a París, estaba muy lejos de la famosa Torre Eiffel. El restaurante de la Torre Eiffel en Percy Street, Londres, fue el epicentro de la modernidad y el refugio donde estos artistas rompieron moldes, exploraron ideas radicales y marcaron un capítulo clave en la historia del arte británico.

Este momento y lugar quedaron inmortalizados en un cuadro de William Roberts, “The Vorticists at the Restaurant de la Tour Eiffel: Spring, 1915”, actualmente expuesto en el Tate Modern de Londres. La pintura captura a estos personajes icónicos sentados en una mesa, en una composición que mezcla elementos del cubismo y el futurismo, reflejando la intensidad y experimentación artística de la época.

Figuras destacadas

Entre los retratados encontramos figuras fascinantes y complejas: Cuthbert Hamilton, pionero de la abstracción en el Reino Unido; Ezra Pound, el célebre poeta estadounidense, cuya relación posterior con el nazismo mancharía su reputación; Wyndham Lewis, figura central del vorticismo y editor de la revista BLAST; Frederick Etchells, tanto artista como arquitecto; y Edward Wadsworth, con una antigua inclinación hacia el futurismo. También se destaca Jessica Dismorr, quien participó en casi todas las vanguardias de Londres, y Helen Saunders, una de las pocas mujeres en el movimiento vorticista.

En el extremo derecho del cuadro, se aprecia al camarero Joe y al propietario del restaurante, Rudolph Stulik, sirviendo copas y platos, representados con líneas geométricas estilizadas. Estas figuras no solo aportan un toque de realismo, sino que también reflejan el estilo rígido y angular que caracteriza la estética del vorticismo.

La revista BLAST

Uno de los elementos más notables del cuadro es la presencia de la revista BLAST, fundada por Wyndham Lewis y símbolo de este movimiento efímero. Esta revista, que duró solo dos números, sirvió como manifiesto y plataforma de los vorticistas, combinando arte, literatura y una actitud de crítica feroz hacia la tradición y la complacencia en el arte.

Nostalgia y legado

Para 1962, Roberts miraba hacia atrás, posiblemente con cierta nostalgia, al recordar aquellos días vibrantes y llenos de energía creativa. Londres había cambiado y la contracultura de los años sesenta, con sus “ye-yés” y sus innovaciones musicales y estéticas, emergía. Sin embargo, los vorticistas, con su espíritu audaz y sus incursiones en el arte moderno, fueron pioneros que desafiaron las normas y forjaron su propia versión de la modernidad.

Aunque el vorticismo como movimiento fue breve y tuvo una única exposición oficial, su influencia sigue viva en el arte moderno y en la cultura británica de vanguardia. Este cuadro es una invitación a sumergirse en esa época de efervescencia artística y en las vidas de aquellos que, a través del arte, buscaban comprender y cambiar el mundo.

Fuente: El Imparcial