Una joven argelina fallece en las calles de Madrid tras ser víctima del laberinto de los servicios sociales

Abdelkader Boudjelti, un hombre argelino de 29 años, llegó a España hace unos tres años en busca de una vida mejor.

Sin embargo, su sueño terminó abruptamente este mes de febrero, cuando fue hallado sin vida en las inmediaciones del Centro de Acogida El Vivero, en Villa de Vallecas. Todo indica que llevaba más de un día muerto.

Boudjelti llegó a España huyendo de la discriminación que sufría en su país por su orientación sexual y sus problemas de salud mental. Pese a solicitar protección internacional y recibir ayuda de varios servicios sociales, su situación no mejoró.

El Ayuntamiento de Madrid afirma que Boudjelti recibía atención sociosanitaria a través de diferentes recursos municipales.

Sin embargo, una trabajadora social asegura que el joven no había vuelto a quedarse en el Centro de Acogida Vivero desde 2022, cuando salió de Madrid para su programa de protección internacional.

El Consistorio también afirma que Boudjelti estaba inscrito en el Centro de Atención Sociosanitaria Integral Hermanos Álvarez Quintero y en el Centro de Atención a las Adicciones de San Blas. Además, contaba con seguimiento de los equipos de calle de proximidad de Madrid Salud.

A pesar de todo este apoyo, Boudjelti dormía en la calle.

La trabajadora social lamenta que no se haya podido evitar la muerte de Boudjelti, quien era una persona que se movía y sabía pedir ayuda.

En su recuerdo, un grupo de personas y trabajadores sociales se reunieron en las inmediaciones del lugar donde fue encontrado su cuerpo para rendirle un homenaje.

El caso de Boudjelti pone de manifiesto las deficiencias del sistema de atención a las personas sin hogar en Madrid. Los servicios sociales están saturados y no siempre son capaces de llegar a quienes más lo necesitan.

"Se podía haber atendido por tantos frentes", se lamenta la trabajadora social.

Es necesario que se tomen medidas urgentes para mejorar la atención a las personas sin hogar y evitar que casos como el de Boudjelti se repitan.