El Banco de España se prepara para un cambio de liderazgo, mientras Pablo Hernández de Cos deja el cargo

Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, está a punto de concluir su mandato de seis años al frente de la institución. A las 23:59 horas de este lunes, dejará su puesto en el histórico edificio de Cibeles. De forma interina, le sustituirá la subgobernadora Margarita Delgado, cuyo cargo finaliza en septiembre. El banco ha determinado que, con Delgado al frente, habrá suficiente quórum en el consejo del organismo para funcionar en el día a día. Sin embargo, en la reunión del Banco Central Europeo (BCE) de julio, Delgado solo podrá asistir con voz pero sin voto. Esta situación supondrá una pérdida de influencia para España, aunque no se esperan nuevas decisiones sobre los tipos de interés en ese cónclave y, en cualquier caso, suelen tomarse por consenso.

Un legado de recuperación y transparencia

Hernández de Cos abandona la institución tras haber recuperado gran parte de la reputación perdida durante la crisis financiera. En ese periodo, el banco no advirtió sobre la existencia de una burbuja inmobiliaria y los informes que alertaban de ello se guardaron bajo llave. Se creía que España había alcanzado un estado de crecimiento idílico en el que no habría inflación ni ciclos económicos. Se justificó la pérdida de competitividad de la economía española argumentando que la cuota exportadora se mantenía estable. Se consideró que el déficit con el exterior no era relevante en una unión monetaria, ya que el mercado siempre lo financiaría. El precio de la vivienda se infló mientras se construían más de 700.000 viviendas al año, superando a Alemania, Francia e Italia juntas. Además, se minimizó el aumento de la deuda, como si pudiera mantenerse sin límites. Bastó una crisis internacional para dejar a España expuesta y vulnerable.

La llegada de Hernández de Cos hace seis años supuso un soplo de aire fresco para la institución. Aterrizó siendo más joven que los gobernadores anteriores, con una larga trayectoria dentro del banco, una capacidad de trabajo inagotable y una profunda conciencia de servicio público. Desde el principio, abrió puertas y ventanas. En un entorno donde prevalecía un cierto aire de superioridad intelectual y un lenguaje complejo, modernizó la forma de expresarse y, sobre todo, la comunicación con el exterior. Predicó con el ejemplo, siendo el primero en trabajar duro. Encargó a su mano derecha, Óscar Arce, actual director de Economía del BCE, que renovara el servicio de estudios, el más potente del país. Lo impulsó y lo puso a disposición de todos, mejorando su transparencia.

A la vez que proyectaba una imagen amable, el gobernador realizaba intervenciones complejas, de hasta 30 páginas, sin mirar el texto. Sus discursos eran ricos en matices, aprovechando la capacidad intelectual de los equipos del banco. Convocaba al Gobierno, periodistas y políticos para desgranar estos mensajes y aclarar todos sus detalles. Intentaba ofrecer un diagnóstico común, que sirviera de base para tomar medidas y forjar consensos en un periodo marcado por la polarización.

Tensiones con el Gobierno

Durante la pandemia, con un Gobierno desorientado por las circunstancias, el banco fue un gran apoyo en el diseño de políticas. Ayudas como los ICO o las subvenciones a empresas se llevaron a cabo con la estrecha colaboración del banco. Sin embargo, tras la pandemia, esta conexión se rompió. El gobernador siguió ofreciendo su colaboración, pero la influencia de Podemos y posteriormente de Sumar hizo que el Gobierno se alejara de la ortodoxia más estricta. La relación también se tensó por los debates que mantuvo con la entonces ministra de Economía, Nadia Calviño, sobre la dimensión y el alcance de las ayudas por la pandemia, especialmente cuando se filtró a la prensa una discusión entre ellos.

Cuestiones como la fuerte subida del salario mínimo y las pensiones aumentaron el distanciamiento. En el seno del Gobierno y la izquierda, muchos consideran que el gobernador se equivocó con el salario mínimo y que se extralimitó. El gobernador no ha dudado en abordar cuestiones polémicas siempre que ha considerado que era necesario para el bien del país. Hasta el punto de que, al no contar el PP con un equipo económico sólido para hacer oposición, a menudo se le ha considerado la principal voz disidente. Incluso apareció en las quinielas como futuro candidato a ministro de Economía del PP cuando parecía que los populares iban a ganar las elecciones.

Un balance positivo

En cuanto a la organización interna, era crucial evitar que se repitiera el error de diagnóstico. Por ello, se han creado canales para fomentar debates abiertos en todas las áreas. Cualquier preparación para una reunión importante se abre a la participación de todos. Esta nueva disposición hace que el banco esté siempre alerta ante cualquier amenaza que se vislumbre en el horizonte. Esta actitud también ha generado incomodidad en el Gobierno.

La recuperación de la imagen también se ha logrado en el exterior. El ministro del PP hace seis años, Román Escolano, no conocía a Hernández de Cos salvo por referencias. Habían coincidido una vez en unas reuniones anuales del FMI. Sin embargo, lo nombró porque creía que España se jugaba mucho en el BCE, ya que la política monetaria se había encomendado a Fráncfort. Su apuesta ha funcionado. La expansión monetaria que tuvo lugar a raíz de la pandemia no habría sido la misma sin la contribución de Cos y sus equipos del banco. Apoyó a Italia en la creación del nuevo escudo del BCE para evitar pérdidas de confianza en los bonos, el llamado TPI. El brote de inflación le pilló desprevenido, haciéndole perder algo de influencia. Sin embargo, ha sido decisivo en la bajada de tipos que se ha iniciado recientemente.

Dentro del organismo, se considera que es el mejor gobernador desde Luis Ángel Rojo. Sin embargo, abandona el cargo con un lamento: no ha logrado influir tanto como le habría gustado. Es importante leer el segundo capítulo del informe anual de 2022 para conocer su legado de lo que debería haberse hecho y no se pudo hacer, de cómo España ha perdido gradualmente la convergencia de ingresos con los países vecinos y de las medidas que deberían adoptarse.

El futuro del Banco de España

Queda por saber si su legado será también de tierra quemada, en el sentido de que ningún Gobierno quiera volver a tener un gobernador con tanta influencia. O si ocurrirá lo contrario y, a partir de ahora, será más difícil para la opinión pública aceptar a alguien que no tenga el suficiente prestigio e independencia. Es cierto que ha tenido la suerte de contar con un sistema financiero saneado tras la brutal crisis financiera, pero Hernández de Cos deja el listón muy alto. Siempre existirá la tentación de limitar la entidad para que solo hable estrictamente de banca y política monetaria, como hacen algunos bancos centrales. Esto amputaría sus mensajes sobre los retos y vulnerabilidades de la economía española. Pero la opinión de Hernández de Cos ha sido que no puede desperdiciarse la capacidad del Banco de España: debe ponerse al servicio de una política económica a menudo hipotecada por la coyuntura política y el corto plazo. Ese servicio de proporcionar análisis a largo plazo es el que Cos ha intentado ofrecer, con mayor o menor acierto.