El éxodo de Vox: Abascal se atrinchera al frente de un partido abandonado por sus fundadores
La renuncia de Rocío Monasterio a su escaño en la Asamblea de Madrid tras su destitución como presidenta de la Comisión Ejecutiva Provincial (CEP) de Vox es solo el último episodio de un incesante goteo de bajas en el partido de ultraderecha. Desde hace meses, varios dirigentes de peso han abandonado la formación, entre ellos Macarena Olona, Iván Espinosa de los Monteros y Mazaly Aguilar.
El autoritarismo de Abascal, detonante de las salidas
Según los críticos, el principal motivo de estas salidas no son discrepancias ideológicas, sino la deriva autoritaria que ha tomado Vox bajo el liderazgo de Santiago Abascal. El líder del partido ha ido eliminando progresivamente las elecciones primarias y ha concentrado el poder en un pequeño grupo de personas cercanas a él.
Esta falta de democracia interna ha llevado a que muchos dirigentes se sientan asfixiados y hayan optado por abandonar el partido. Rocío Monasterio, en su comparecencia ante la prensa, denunció que la dirección nacional ahora tiene "la potestad de elegir a dedo" a su sucesor, gracias a las reformas estatutarias que han eliminado la "democracia interna" que defendían los fundadores.
El papel de Julio Ariza y Kiko Méndez-Monasterio
Además del autoritarismo de Abascal, los críticos también señalan la influencia de Julio Ariza, empresario y exdueño de Intereconomía, en la deriva del partido. Ariza, a través de su empresa Tizona Comunicación, ha recibido cuantiosos contratos opacos de Vox, lo que ha generado sospechas de corrupción.
El hombre fuerte de Ariza en Vox es Kiko Méndez-Monasterio, hermano de Rocío Monasterio. Aunque no ocupa ningún cargo orgánico, Méndez-Monasterio es el encargado de negociar en nombre del partido y tiene una gran influencia sobre Abascal. Su cercanía al líder y su control sobre los principales centros de poder del partido han generado suspicacias sobre su verdadera función.
El futuro de Vox
Las constantes salidas de dirigentes y la deriva autoritaria del partido hacen dudar sobre el futuro de Vox. El partido, que en las últimas elecciones generales obtuvo el 15% de los votos, podría verse debilitado si no logra revertir esta situación.
De momento, Abascal se mantiene firme al frente del partido, rodeado de un grupo de fieles que le apoyan incondicionalmente. Sin embargo, la fuga de dirigentes y el descontento interno son señales de que la estabilidad de Vox está en peligro.