La rivalidad histórica vuelve a encenderse en los terrenos del fútbol inglés. En un encuentro marcado por la tensión y los altercados, West Bromwich Albion y Wolverhampton Wanderers protagonizaron un nuevo episodio del 'Black Country Derby' durante la FA Cup. Los hechos ocurrieron este domingo cuando el equipo visitante, los Wolves, marcaban el segundo gol del partido, ampliando así la diferencia en el estadio The Hawthorns, casa del West Bromwich.

Incidentes marcan el derbi del Black Country

El marcador señalaba un 0-2 cuando el colegiado tuvo que tomar la decisión de interrumpir el juego. La celebración de Matheus Cunha tras su gol en el minuto 78 desencadenaba una serie de conflictos en las gradas, escenario de enfrentamientos entre aficionados de ambos equipos que no dejaron indiferente a nadie. Estos disturbios derivaron en una invasión parcial del campo y la caída de varios seguidores al terreno de juego. La violencia alcanzaba tal punto que un hombre resultaba ensangrentado y un defensa del West Brom era visto sosteniendo a un niño pequeño entre sus brazos, imágenes que han dado la vuelta al mundo.

La policía interviene para restaurar el orden

La respuesta a los incidentes no se hizo esperar. Un contingente de unos 30 policías se desplegó rápidamente para controlar la situación. La voz de la megafonía del estadio instaba a los presentes a abandonar el campo mientras los jugadores se dirigían a los vestuarios. Tras un parón de aproximadamente 37 minutos, el partido se reanudaba sin mayores incidencias, manteniendo el resultado de 0-2 en favor de los Wolves.

Una victoria con sabor amargo para los Wolves

Este triunfo para el equipo de Gary O’Neil, el primero en casa del West Brom desde 1996, se ha visto eclipsado por los graves altercados. Aun retomando el partido y llevándose la clasificación para la siguiente etapa de la FA Cup, la violencia en las gradas ha dejado una huella imborrable en lo que debería haber sido una festividad futbolística.

La FA Cup, escenario de una rivalidad sin precedentes

Ambos contendientes, con una distancia de apenas quince kilómetros entre sus localidades y con una historia compartida en el corazón industrial de Inglaterra, no se enfrentaban con público desde 2012. Ese año fue la última vez que uno pudo presenciar en persona el fervor de la competencia que los une. Este último enfrentamiento reaviva la pasión y la emoción que caracterizan al fútbol, pero también enciende el debate sobre la seguridad en los eventos deportivos y el comportamiento de los seguidores.